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Cuadernos de Pedagogía, Sección Opinión, 
Abril 2016, Editorial Wolters Kluwer
ISBN-ISSN: 2386-6322 

Eduardo Sandoval Obando*


El desarrollo cognitivo de los jóvenes vinculados a episodios de infracción de ley puede ser potenciado a través de experiencias de aprendizaje mediado, en las que la figura del mediador es quien organiza y selecciona los estímulos relevantes y los acerca al sujeto.

Intuimos que algo dentro del espacio escolar no está funcionando armónicamente con las potencialidades que poseen los estudiantes vinculados a episodios de infracción de ley, a quienes se les estigmatiza y margina por su “condición” (judicial, social, cognitiva o cultural), invisibilizando sus experiencias previas, que en la informalidad de la vida despliegan exitosamente para sobreponerse a entornos altamente hostiles.
Se cuestiona la escuela, por las desigualdades sociales existentes, la sobrecarga de actividades administrativas y la lógica de enseñanza-aprendizaje que esta replica. Pero ¿dónde queda el rol de la pedagogía como acción transformadora sobre el sujeto? ¿Son las escuelas un aparato ideológico del estado que reproduce los requerimientos ideológicos de los sistemas de producción?, ¿o esconde tendencias contradictorias y de resistencia?
Este entramado social cobrará especial interés desde la modificabilidad cognitiva, asumida como un enfoque optimista acerca del desarrollo cognitivo diferencial de jóvenes vinculados a episodios de infracción de ley, porque sus efectos introducen en el organismo una gran variedad de estrategias para el enriquecimiento de sus capacidades, mediante procesos que favorecen su desarrollo emocional y cognitivo. Así, el desarrollo cognitivo de estos jóvenes no dependería exclusivamente de la capacidad que estos tengan de obtener beneficios de los estímulos extraídos de su entorno, sino que este podría ser potenciado a través de experiencias de aprendizaje mediado, donde un tercero (figura del mediador) es quien acerca el mundo al sujeto, organizando y seleccionando aquellos estímulos más relevantes, para que el propio sujeto interactúe con ellos y despliegue al máximo sus potencialidades cognitivas, logrando la adquisición de aprendizajes relevantes y novedosos para su adaptación al medio (Sandoval, 2014).
Por ende, los procesos de mediación pedagógica transcurren y superan los límites del espacio escolar formal, desplegándose en tiempos y espacios diversos, donde el mediador (padre, madre, profesor u otro referente significativo para el estudiante) promoverá ambientes activos modificantes que estimulen la reciprocidad; el desarrollo de las potencialidades de los niños, niñas y adolescentes; las preguntas incentivadoras (búsqueda de lo nuevo y complejo), y la intencionalidad, otorgándole un sentido a lo que se aprende, para que lo aprendido se utilice en el futuro, en ausencia de esta figura.
Como dijo Paulo Freire, la educación no puede cambiar el mundo, pero sí cambia a las personas que pueden cambiar el mundo. Esta transición exige una educación revolucionaria del sujeto, para que sea capaz de reinventarse a sí mismo y su entorno, superando las reformas superficiales generadas desde el nivel central.
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Para saber más
SandovalEduardo (2014). “Propensión a aprender de los adolescentes infractores de ley: reflexiones desde el enfoque biográfico”, en Polis, vol. 13, n.º 37, pp. 251-273.
Nota: Reflexiones generadas a partir del trabajo de tesis realizado por el autor como parte de su formación en el doctorado en Ciencias Humanas, Universidad Austral de Chile. Trabajo que se encuentra vinculado a la estancia doctoral que realiza en la Facultad de Ciencias de la Educación, Universidade da Coruña, España. Actividades financiadas por CONICYT – Programa de Capital Humano Avanzado, Beca de Doctorado Nacional 2013.
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