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COLUMNA DE OPINIÓN
27 de Febrero 2020

Eduardo Sandoval Obando
Psicólogo; Magíster en Educación, Políticas y Gestión Educativas
Doctor en Ciencias Humanas
Postdoctorando (c) en Desarrollo Evolutivo
Académico e Investigador


La importancia, desarrollo y fortalecimiento de la Psicología de la Emergencia en Chile, cobra especial relevancia tras cumplirse una década de ocurrido el terremoto del 27F. Aquel día, siendo las 03:34 horas, y en 12 regiones se percibió el segundo mega-terremoto más fuerte de nuestra historia y uno de los diez más potentes en el mundo registrados mediante instrumentos (Contreras y Winckler, 2010). Tuvo una magnitud de 8.8 en la escala de Richter con epicentro en la región de Ñuble, pero con una intensidad máxima de IX en la escala de Mercalli, provocando daños de diversa magnitud y consideración a lo largo y ancho del territorio nacional.

Al respecto, las cifras oficiales estimaron que las consecuencias de este mega-terremoto y posterior tsunami afectaron a más del 75% de la población del país (CEPAL, 2010), es decir, cerca de 13 millones de habitantes experimentaron de manera directa o indirecta los efectos de este devastador evento. Además, se registraron un total de 521 víctimas fatales (Fritz et al., 2011).

Tras la presentación de este evento, se perdieron 15.000 puestos de trabajo (EERI, 2010), cerca del 3% de la población chilena cayó bajo la línea de pobreza (Larrañaga y Herrera, 2010), 500.000 viviendas quedaron con daños severos (HCDCh, 2011) y más de 200.000 familias perdieron sus hogares (MINVU, 2010).

Este tipo de experiencias nos debiese permitir avanzar en una mayor toma de conciencia, reflexión y generación de lecciones aprendidas sobre la forma en que nuestro país puede responder eficazmente a este tipo de mega-desastres. Sin duda alguna, se han suscitado cambios importantes en organismos clave de respuesta (Onemi, Minsal, Minvu, MOP,
Fuerzas Armadas y de Orden, Bomberos, etc.), pero todas estas acciones y aprendizajes no tienen un impacto real, si no se consideran los saberes locales y la participación activa y sistemática de las personas y sus comunidades de origen. Más aún, pareciera ser que dichos esfuerzos son aún insuficientes para la construcción de una política pública integral, actualizada y flexible en materia de gestión del riesgo de desastres en Chile (tomando como referencia las directrices del Marco de Sendai o los ODS) en el contexto de la emergencia climática por la que atraviesa el mundo.

 

Consciente de lo anterior, tras el 27F se destaca la Psicología como una disciplina de enorme valor para la comprensión de estos fenómenos y para la protección de la salud mental antes, durante y tras la presentación de estos eventos. La experiencia acumulada a lo largo de los años en diversas instancias de formación y capacitación en psicología de la emergencia, educación en salud mental y actualización de protocolos de desactivación para
intervinientes en los que he participado durante los últimos años como Interventor clínico y relator para organismos públicos y privados, me han permitido transferir herramientas específicas que contribuyan a la construcción y promoción de una cultura de la prevención en la sociedad (Sandoval, 2016), y particularmente, la de promover la salud mental positiva en los equipos de intervinientes que se despliegan en ambientes altamente estresantes y caóticos.

Como resultado de estas acciones y de acuerdo a lo sistematizado por Sandoval (2019), es posible señalar algunos ejes prioritarios de acción que serían susceptibles de incorporar o profundizar, en la comprensión y abordaje integral de estas problemáticas, tales como:

  • Emergencias y desastres socio-naturales como fenómenos complejos: Se observa la necesidad de educar y sensibilizar a los intervinientes (equipos de salud, apoyo psicosocial, personal adscrito a las Fuerzas Armadas y de Orden) en la noción de que estos eventos tienen un impacto al corto, mediano y largo plazo en la vida de las personas y comunidades afectadas. Por ello, se sugiere una correcta valoración, interpretación y sistematización de los factores psicosociales, políticos, culturales y relacionales que condicionan la capacidad de respuesta de los afectados. Estos aspectos son clave en la fase de reconstrucción y rehabilitación, en donde adquiere importancia el apoyo social y las redes comunitarias para resignificar el impacto de una catástrofe en la población (particularmente, cuando existen pérdidas de vidas humanas).
  • Incorporación de profesionales expertos en salud mental dentro de los equipos de intervinientes frente a situaciones de emergencia o desastres: Desde luego que nuestro país ha ido dando pasos importantes en mejorar su capacidad de respuesta frente a estos eventos. Sin embargo, resulta prioritario que se trabaje sistemática y transversalmente en la incorporación de psicólogos y psicólogas con formación en emergencias y manejo del trauma psíquico, dentro de los equipos socio-sanitarios (SAMU, Unidades de Salud Mental que colaboren activamente con FF.AA y de Orden por ejemplo), para el soporte, recuperación y rehabilitación de la población afectada por una catástrofe.
  • Hacia una cultura de la Prevención: Intervenir oportuna y correctamente frente a las emergencias y desastres socio-naturales que puedan presentarse en Chile no es una responsabilidad única de los equipos de primera respuesta o Fuerzas Armadas y de Orden. Al respecto, se cree necesario continuar promoviendo una institucionalidad moderna y proactiva que trabaje decididamente en la generación de políticas de prevención que eviten o reduzcan al máximo las pérdidas humanas, mitigando en parte, el daño de los afectados (Chan et al., 2009).
  • Respeto y valoración por el saber local: Uno de los puntos más valiosos detectados en zonas de catástrofes, radica en que los intervinientes sean capaces de valorar el conocimiento popular de las comunidades, haciéndolos partícipes de los planes de prevención y protección ante desastres socio-naturales. De esta manera, es posible articular políticas de gestión del riesgo de desastres con un enfoque participativo, intersectorial y coherente con las necesidades verdaderamente situadas en el territorio.

Finalmente, el desafío país debiese apuntar a la articulación de las políticas públicas (salud, justicia, educación, vivienda, seguridad, cultura, etc.) en materia de Gestión del riesgo de desastres, permitiéndonos avanzar decididamente en la promoción de comunidades resilientes, es decir, grupos humanos informados y sensibilizados respecto a los riesgos y vulnerabilidades presentes en el territorio, capaces de convivir armónica y responsablemente con el medioambiente, lo que les permite superar eficazmente los cambios y las crisis vividas, a través de prácticas efectivas de liderazgo, cohesión y justicia social, eficacia colectiva, respeto y apego al lugar, disminución de las desigualdades, junto con dimensiones físicas como la infraestructura, los servicios y la protección (Leykin, Lahad, Cohen, Goldberg y Aharonson-Daniel, 2013).

Para citar:

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Congreso Futuro 2020 Araucanía
Temuco – Chile
15 de Enero 2020


¿Qué es Congreso Futuro?
Es uno de los eventos científicos más importantes de Latinoamérica. Busca abrir el debate respecto a la urgente necesidad de que en Chile se cuente con más y mejor ciencia y tecnología, e ideas que permitan generar el país que queremos, representa gran parte de nuestro interés, expresado en casi 8 años de un sistemático trabajo realizado con todas las esferas que componen nuestra sociedad. El constante crecimiento de Congreso Futuro y la serie de encuentros ciudadanos que hemos desarrollado, fueron posibles gracias a que en el año 2010 –enmarcado en el Bicentenario de la independencia del país– el Congreso chileno se propuso conectar a la sociedad con los desafíos que el siglo XXI planteaba, y así aportar en la democratización de los alcances y desafíos que este traería. Desde sus inicios, el Congreso Futuro ha congregado a destacados pensadores, científicos e investigadores, tanto extranjeros como nacionales, invitando a la sociedad civil a pensar el futuro de nuestra civilización, y a reflexionar de qué manera los actuales avances científicos, sociales y culturales están impactando en nuestro cotidiano vivir.

Caracterización de mi Participación en Congreso Futuro 2020
En el marco de las múltiples actividades de divulgación científica comprometidas en la realización del Congreso Futuro 2020 en Chile, tuve el honor de ser invitado a participar como expositor en la versión de este importante evento científico que se desarrolló en la Región de la Araucanía (Chile).  Específicamente, participé en el foro panel sobre “Microbiología y Salud Mental” junto al invitado internacional Dr. John Cryan (Neurocientífico perteneciente a la Universidad College Cork e Investigador principal en “Alimentary Pharmabiotic Centre Microbiome Institute”, Irlanda), la Dra. María José Baeza (Universidad Católica de Temuco) y el Dr. Cristian Paz Robles (Universidad de La Frontera). 
En este importante evento, pude compartir parte de mis reflexiones y resultados de investigación provenientes de mi participación en diversos proyectos (tesista en Fondecyt Regular Nº 1110577, Co-Investigador en Fondecyt Regular Nº 1170019 y el Fondecyt de Iniciación Nº 11190028 donde participo como investigador responsable), en los que he podido integrar saberes multidisciplinares en torno al envejecimiento, la psicología en emergencia y nuevas miradas en torno al aprendizaje y la profesionalidad docente en Chile.



Link de la Transmisión OnlinePanel Microbiología y Salud Mental
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Congreso Futuro 2020 
 Chile
 Enero 2020


¿Qué es Congreso Futuro?
Es uno de los eventos científicos más importantes de Latinoamérica. Busca abrir el debate respecto a la urgente necesidad de que en Chile se cuente con más y mejor ciencia y tecnología, e ideas que permitan generar el país que queremos, representa gran parte de nuestro interés, expresado en casi 8 años de un sistemático trabajo realizado con todas las esferas que componen nuestra sociedad. El constante crecimiento de Congreso Futuro y la serie de encuentros ciudadanos que hemos desarrollado, fueron posibles gracias a que en el año 2010 –enmarcado en el Bicentenario de la independencia del país– el Congreso chileno se propuso conectar a la sociedad con los desafíos que el siglo XXI planteaba, y así aportar en la democratización de los alcances y desafíos que este traería. Desde sus inicios, el Congreso Futuro ha congregado a destacados pensadores, científicos e investigadores, tanto extranjeros como nacionales, invitando a la sociedad civil a pensar el futuro de nuestra civilización, y a reflexionar de qué manera los actuales avances científicos, sociales y culturales están impactando en nuestro cotidiano vivir.

Específicamente, durante el desarrollo de este evento los y las  investigadores/as de la Universidad Autónoma de Chile, tendrán un importante rol como expositores en Santiago, Talca y Temuco. Mucho éxito a todos/as!!!

Para mayor informaciónCongreso Futuro 2020
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Capacitación en Primeros Auxilios Psicológicos

Protocolo OPS / OMS

21 de Noviembre 2019

Temuco – Chile



Como parte de mis actividades de investigación que desarrollo en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Chile  y en mi rol de socio activo de la Sociedad Chilena de Psicología en Emergencia y Desastres (SOCHPED) tuve el agrado de participar como relator en la Capacitación sobre Primeros Auxilios Psicológicos – Protocolo OPS / OMS, en el marco de la convocatoria realizada por la ONG Psicólogos Voluntarios y  el apoyo de IP Chile (sede Temuco). 

La capacitación tuvo una duración de 4 horas cronológicas, pudiendo abordar los siguientes ejes: características y manifestaciones de una crisis; salud mental y crisis social en Chile;  contexto general de aplicación de los Primeros Auxilios Psicológicos y los lineamientos sugeridos en Protocolo OPS /OMS; Objetivos de los PAP; importancia del autocuidado de los intervinientes;  las características generales del Prepararse, Observar, Escuchar y Conectar; contextualización de los PAP a la crisis social que se vive en Chile, así como los desafíos existentes en la construcción de comunidades resilientes y la promoción de una cultura de la prevención, etc.

Finalmente, a la actividad, asistieron 38 profesionales de la salud que se desempeñan en diversos servicios públicos y privados de la región de La Araucanía y representantes de Universidades Locales, en la que pudieron adquirir herramientas concretas de aplicación y utilización de los PAP en el contexto local actual.


Gran actividad de aprendizaje, colaboración y formación en emergencias!
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COLUMNA DE OPINIÓN
13 de Noviembre  2019

Eduardo Sandoval Obando
Psicólogo; Magíster en Educación, Políticas y Gestión Educativas
Doctor en Ciencias Humanas
Postdoctorando (c) en Desarrollo Evolutivo
Académico e Investigador



Las manifestaciones ciudadanas (muchas de ellas, totalmente pacíficas) han sido capaces de colocar en jaque la política nacional y la forma en que el gobierno de turno estaba ‘abordando’ el conflicto. El mensaje ciudadano es claro y directo. Se explicita una crítica directa al modelo económico instalado en Chile, sustentado en parte, por la Constitución Política de 1980, la que en alguno de sus artículos (tales como, lo relacionado a la Ley de Quorum Calificado; el accionar del Tribunal Constitucional; su excesiva diversidad y amplitud, abordando desde el derecho a la vida hasta la jubilación de los fiscales; los senadores designados, etc.) permite el abuso, la desigualdad y las injusticias reproducidas anacrónicamente por una “clase política” totalmente reactiva, indolente y acostumbrada a los privilegios del 1% de los más ricos del país.

Pareciera ser que aunque muchos políticos han deambulado por cuanto canal de televisión y medio informativo que han podido (matinales, espacios de discusión política, redes sociales, etc.), señalando que todos/as ‘veían venir’ esta situación, sintiéndose dueños o representantes del movimiento ciudadano, sólo evidencian la total desconexión que tienen con sus votantes. Más aún, desmuestran una incapacidad para interpretar y comprender los múltiples factores y condiciones (sociales, económicas, culturales, educativas, etc.) que sustentan el malestar acumulado (y quizás histórico) de la inmensa mayoría de los chilenos.

Desde el punto de vista psicológico, sabemos que el malestar acumulado percibido por la inmensa mayoría de los chilenos no tiene una causa única, y de ahí la complejidad para abordarlo desde las Ciencias Sociales y de la Salud. No obstante, al mirar nuestro país y la forma en que el auge del crecimiento económico ‘transmitía’ aires de prosperidad y estabilidad para unos pocos (la mayoría de ellos, pertenecientes a las familias más adineradas de Chile), se fueron diluyendo por varias condiciones: la creciente privatización de nuestros recursos naturales (políticas públicas que fomentan el extractivisimo desmesurado del agua, la madera, el cobre y el litio, entre otros) y servicios básicos (gas, electricidad, carreteras, salud, transporte público, etc.); los múltiples casos de corrupción (Penta SQM, CAVAL, ‘Milicogate’, ‘Pacogate’, etc.) y colusión (del confort, de las farmacias, de los pollos, etc.) en las que se obtienen ‘acuerdos judiciales’ convenientes para los imputados; la deuda histórica con las personas mayores (quienes luchan por sobrevivir ante un sistema altamente desigual e injusto, que deteriora significativamente su calidad de vida. ver promedio pensiones, de acuerdo a la SP); la crisis histórica y aún pendiente por reformar estructuralmente el SENAME (privilegiando verdaderamente la protección de la infancia y de los jóvenes); la deuda histórica de nuestros profesores/as y el mejoramiento de la calidad en la educación; los múltiples casos de abuso en la Iglesia y de impunidad ante delitos sexuales (situación que también se ha observado en el plano internacional, etc. Este conjunto de factores permiten visualizar el alto nivel de victimización, rabia y frustración que experimenta nuestra sociedad y que llevan a que invariablemente, Chile siga estando entre los países con mayor desigualdad económica y educativa entre los países de la OCDE (para mayor información, ver Informe OCDE 2018) así como al deterioro progresivo de la calidad de vida y bienestar general de los individuos ante condiciones laborales excesivamente prolongadas (ver ranking Chile, según relación vida y trabajo de la OCDE).

A pesar de que la ciudadanía sigue manifestándose con fuerza y claridad, el mensaje aún no es recibido e interpretado por quienes han sido democráticamente electos para representarnos en el Congreso. Por su parte, el gobierno y su agenda social, sólo aborda superficialmente muchas de las demandas planteadas por la inmensa mayoría de los chilenos. Por ende, el gobierno actual y los políticos enfrentan una gran encrucijada… Visualizar las manifestaciones ciudadanas como una amenaza, aplicando la doctrina del shock y de la represión (criminalizando el conflicto, por culpa de grupos minoritarios y aislados, pero altamente organizados que han aprovechado de delinquir en medio de las manifestaciones) exponiendo a la sociedad a una mayor polarización social (proliferación de grupos de autodefensa armados, ‘chalecos amarillos’ y personas de extrema derecha como lo ocurrido en Reñaca con John Cobin), a la violencia entre manifestantes y las fuerzas encargadas de reestrablecer el orden público (quienes evidencian, en ciertas ocasiones, una capacidad táctica y operativa retrográda para disolver a los grupos violentistas que se escudan dentro del movimiento ciudadano, sumado al actuar reactivo de las unidades de inteligencia. Cuento aparte, son el uso desproporcional de escopetas antimotines y los múltiples lesionados a causa de los perdigones y balines, materia que será debidamente investigada por la Justicia) vs la enorme oportunidad que se instala en nuestro país para avanzar decididamente en la mejora estructural de nuestra democracia, en la transformación profunda de nuestras leyes que permitan mejorar significativamente nuestras condiciones de vida.

A modo de conclusión y como ciudadano, valoro y reconozco el potencial histórico que representa el movimiento social que se ha levantado en nuestro país, para priorizar y transformar el Estado en un modelo inédito de democracia, participación ciudadana y justicia social en América Latina. Los ojos del mundo están nuestro país, por lo que se debería trazar una ruta clara hacia ciertos ejes  (prioritarios a mi juicio): protección integral de la primera infancia (reformulación estructural del SENAME, mejora técnica de los interventores), integración y revalorización de nuestras personas mayores  en los diversos ámbitos de la sociedad (mejorando el sistema de pensiones, salud, transporte, vivienda y cultura); que se reinvidique el valor de la educación pública como instancia real de movilidad social; sistema tributario y de recaudación proporcional de acuerdo a la realidad de cada chileno/a (obteniendo aprendizajes y lecciones aprendidas de lo implementado en países como Estonia, Canada, Australia y Nueva Zelanda); uso responsable y sustentable de nuestros recursos naturales (acabando con el extractivismo indiscriminado y las ‘zonas de sacrificio’); reformular el sistema de pensiones y del funcionamiento ‘lucrativo’ de las AFPs (para que el llegar a la vejez no sea un evento catástrofico y negativo) y por sobre todo, con un sistema de salud pública eficiente y acorde a las necesidades epidemiológicas de nuestra población, en las que por primera vez se privilegie la salud física y mental de las personas. El desafío por la transformación social en Chile ya está instalado y en proceso…

Para citar:

  • Sandoval-Obando, E. (2019). El Desafío de Avanzar en Democracia y Justicia Social para Todos/as: Una Lección que No Podemos Olvidar. El Mostrador. Recuperado de  https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2019/11/13/una-leccion-que-no-podemos-olvidar/ 
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