COLUMNA DE OPINIÓN DIARIO AUSTRAL DE VALDIVIA
Dr. Ps. Eduardo Sandoval Obando[1]
Académico Escuela de Psicología – Universidad San Sebastián
De todos los cambios que se producen a partir de los 65-70 años, quizá el más conocido sea la dificultad que presentan las personas para mantener la continuidad del sueño durante la noche. Así, los despertares intra-sueño se hacen cada vez más frecuentes y prolongados, disminuyendo la eficiencia del sueño. La existencia de esta fragmentación hace que los períodos de vigilia nocturnos aumenten, hasta ocupar entre el 12 y el 25% del tiempo dedicado al sueño; por ello, en el adulto mayor disminuye su capacidad para dormir en mayor proporción que su necesidad de sueño, debiendo incrementar el número de horas dedicadas a esta función para obtener un descanso reparador similar al que conseguía con menos horas cuando era joven. Por ello, proponemos algunas recomendaciones desde la perspectiva del higiene de sueño:
- Construya Ambientes Activos y Desafiantes: La desestructuración del sueño nocturno se acompaña de una dificultad para mantener la vigilia, viéndose interrumpida por siestas cada vez más frecuentes, que a su vez repercuten sobre la fragmentación del sueño. Así, procure mantener una organización estricta del sueño y de la vigilia, intentando construir una rutina suficientemente estimulante en un ambiente iluminado y activo, que evite la presentación de sucesivas siestas, disminuyendo la fragmentación de la vigilia y el insomnio.
- Armonía en la Rutina y Organización del Tiempo: Se reitera la importancia de mantener horarios de sueño fijos, manteniendo, en la medida de lo posible, una regularidad en las horas de acostarse por la noche y levantarse por la mañana. En complemento a lo anterior, y siempre que sus condiciones físicas se lo permitan, desarrolle sistemáticamente ejercicio moderado durante el día, y evite la ingesta vespertina de alcohol para potenciar una mejora en su estilo de vida y buen dormir.
- El Buen Dormir como factor Protector en la Vejez: de acuerdo a estudios longitudinales internacionales, las tasas más bajas de muerte corresponden a los que duermen entre 7 a 8 horas diarias, incrementándose el riesgo de muerte en los sujetos que sobrepasan o están por debajo de este nivel. Así, cuando no descansamos lo suficiente corremos el riesgo de aumentar la probabilidad de contraer hipertensión y/o diabetes por el incremento de producción de Cortisol.
- El Sueño como Función Restauradora del organismo: El descanso es fundamental para mejorar nuestra actividad intelectual. El cerebro necesita varias horas de desconexión para procesar toda la información acumulada durante el día. De igual forma, mientras dormimos nuestra piel descansa y las células se regeneran y oxigenan con mayor facilidad. Específicamente en los ojos, la Rodopsina (pigmento sensible a la luz) logra renovarse recuperando el esfuerzo realizado durante el día.
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