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Columna de Revisión FOCO SOCIAL – Comunicaciones, Niñez y Adolescencia
04 de Diciembre 2015


Por Eduardo Sandoval Obando
Psicólogo
 
El trabajo como encargado de Casos en la red de Justicia Juvenil de Sename y diversas ONGs (insertas en la Región de Los Ríos), fundamentado en la formación permanente, nos impulsó a la profundización de las Historias de Vida de adolescentes vinculados a episodios de infracción de ley (medio libre), para comprender los encuentros y desencuentros que dan sentido a las diversas experiencias y puntos de giro presentes en las trayectorias vitales de estos adolescentes(1), transformándose en un instrumento de enorme valor, para el proceso de responsabilización, habilitación social, autoconocimiento y la resignificación de los hechos vitales de un sujeto. 
Pero ¿Qué elementos caracterizan las trayectorias escolares de estos jóvenes? ¿Cómo son los establecimientos educacionales a los que asisten? ¿Qué podemos aprender de estas experiencias vitales?
Al respecto, observamos que la mayoría de los jóvenes que dieron vida a este estudio, reconocen y valoran negativamente la calidad de la infraestructura de sus establecimientos educacionales en los que se encontraban insertos, debido entre otras cosas a que: las aulas carecen de una adecuada calefacción y ventilación, deterioro significativo de puertas, mobiliario y ventanas, bajo nivel de satisfacción frente a las raciones alimentarias, precaria presencia de material recreativo, tales como mesas de pin pon, etc. Otro elemento distractor y negativo señalado, es la presencia excesiva de rejas metálicas que separan los diversos ambientes al interior de los liceos, visualizándolo como una “cárcel”, donde coexisten estudiantes de diversos contextos vulnerables de Valdivia y que socialmente se validan como el típico “choro de población”, destacándose negativamente por su asociación a patrones conductuales disruptivos que entorpecen sistemáticamente los procesos de enseñanza – aprendizaje al interior del aula. Estas condiciones escolares generan procesos (intencionales o no), de estigmatización y marginación social en los adolescentes, dado que al pertenecer a estos centros escolares, se les acredita como estudiantes conflictivos con un futuro escolar limitado e incierto, dado que no se ajustan a los perfiles escolares requeridos dentro de establecimientos educacionales particulares subvencionados y/o particulares, donde se logran resultados destacables en términos de rendimiento y desempeño escolar (por ejemplo: SIMCE, PSU), con la que se etiqueta y clasifica fragmentariamente la calidad de una unidad escolar, coartando directamente sus potencialidades educativas y expectativas a futuro.
Al respecto Lombaert (1999), sostiene que estos jóvenes fracasan en la escuela porque muchas veces el establecimiento escolar les ofrece un paquete no adecuado (desconociendo sus experiencias previas e Historias de Vida); desarrollando una autoimagen negativa de sí mismos; bajo condiciones sociales desfavorables que influyen negativamente en su desarrollo y adaptación (Ardila, 2012: 665; Sandoval, 2014), porque la escuela no da para más. Por ello, buscan una autovaloración alternativa en grupos no-conformistas (de ahí la propensión a relacionarse con grupo de pares con los cuales comparten intereses, valores y experiencias similares asociadas a la vulnerabilidad e indefensión); siendo frágiles ante el mercado laboral y mal ubicados en la escala social imperante dentro de un país como Chile, donde el sistema Neoliberal alcanza un gran progreso económico, en desmedro de una mayor desigualdad social. De tal modo que muchos de estos adolescentes, permanecen en conflicto permanente, con las instituciones y agentes, tradicionalmente reconocidos como entes socializadores por excelencia (tales como la familia, escuela, etc.), producto de un cúmulo significativo de experiencias escolares negativas, marcadas por la exclusión, rotación, repitencia, fracaso y/o deserción escolar, enfrentando reiteradamente el rechazo hacia estas instituciones.
Este malestar, vivido, sentido y experimentado por muchos niños y jóvenes chilenos (provenientes de contextos vulnerados), explicitan la profunda confrontación con nuestro sistema escolar, debido al desencuentro entre sus expectativas e intereses personales versus lo socialmente esperable, pugna que generalmente, se resuelve mediante el poder que una de las partes posea sobre el otro, culpabilizando y criminalizando a quiénes se aparten del canon social imperante y conveniente al modelo económico. En sintonía con lo anterior, las trayectorias escolares de éstos jóvenes, nos demuestran que los malos resultados escolares experimentados desde temprana edad (desde la lógica escolar imperante que los ha evaluado), las suspensiones y faltas en la escuela, la alta rotación escolar, la dificultad para obedecer órdenes o tener diferencias con sus pares, no es un predictor de la conducta antisocial; pero la acumulación de estos factores de riesgo, sumado a un ambiente deprivador socioculturalmente, pueden interactuar y aumentar la probabilidad de que se presente el comportamiento antisocial y/o delictivo (Ezpeleta, 2005, Ison y Morelato, 2008: 358) en el futuro.
Por consiguiente, el desafío que las políticas educativas Chilenas tienen, en materia de infancia y adolescencia, adquieren una enorme complejidad, y al mismo tiempo, una interesante oportunidad. La complejidad viene dada, por ser capaces de reconocer y aceptar la diversidad y complejidad de nuestros estudiantes (y particularmente, de aquellos que continúan viviendo la cara más dura de la pobreza y las desigualdades sociales), abandonando aquellas óptimas lineales y rígidas de enseñanza, para avanzar hacia la creación de ambientes activos modificantes, donde prime la reciprocidad, intencionalidad, confianza y colaboración en el aprendizaje (abriendo la puerta hacia experiencias de aprendizaje mediado) para la adquisición de saberes prácticos y contextualizados, coherentes con sus expectativas y proyectos vitales. 
Finalmente, la oportunidad está planteada para las Ciencias Sociales, para que cada uno de nosotros, podamos convertirnos en agentes de cambio, en nuestros contextos de trabajo, para avanzar en la construcción de una ciudadanía crítica y generadora de saberes o experiencias exitosas de intervención, que sirvan de insumo en la construcción de políticas públicas participativas, democráticas y humanizadoras que renueven nuestro marco político y social actual. El compromiso ético queda planteado.

(1) Este artículo desarrolla un conjunto de reflexiones generadas a partir del trabajo de tesis realizado por el autor, como parte de su formación en el Doctorado en Ciencias Humanas, Universidad Austral de Chile. Actividades Financiadas por CONICYT – Programa Capital Humano Avanzado, Beca Doctorado Nacional 2013.
(2) La muestra estuvo conformada por 4 Jóvenes, a partir de los cuales se generó el proceso de construcción de sus historias de vida y propensión a aprender, mientras se encontraban cumpliendo con una medida judicial, en el Programa de Salidas Alternativas de la ACJ, presente en la Región de Los Ríos. Para mayor información, puede acceder al sitio web: http://cybertesis.uach.cl/tesis/uach/2012/egs218c/doc/egs218c.pdf 
Link: Columna de Revisión


***Acerca de Foco Social – Comunicaciones, Niñez y Adolescencia: Mayor Información

 
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Columna de Opinión SURACTUAL – Diario Digital del Sur de Chile
Sur Actual
Por Eduardo Sandoval Obando
Psicólogo
Correspondencia a: eduardo.sandoval@correo.udc.es

Los Atentados en París: Una Realidad que Impacta y que Invita a la Reflexión 

Han pasado algunos días, desde los atentados perpetrados por células yihadistas en contra de personas inocentes en París, los que nos llenan de dolor, impotencia e incluso rabia en contra de lo que representan estas personas; llevándonos a la búsqueda de justicia y la persecución implacable en contra de quienes aparecen, según las investigaciones policiales, como los responsables de estas acciones (muchos de los cuales, no superaban los 30 años de edad y que además, habían crecido dentro de la Unión Europea, siendo la muestra más clara, de la marginación y exclusión social imperante).
Dejando atrás el dolor e intentando encontrar el equilibrio, vale la pena reflexionar en torno a las siguientes interrogantes: ¿Qué motivó la acción de estos jóvenes? ¿La defensa y reivindicación ideológica por el Estado Islámico? ¿La supremacía de una religión por sobre otra? ¿Cómo se financian estos grupos? ¿Qué intereses económicos o territoriales están en juego? ¿Quiénes ganan con las guerras? Al respecto, enfatizamos firmemente, que nada justifica la muerte de personas inocentes (incluyendo a todas las víctimas que han fallecido en los distintos países del mundo, sin distinciones raciales, sociales, políticas o religiosas), marcados a fuego, por el dolor causado en estas luchas ideológicas y económicas, a las que nos vamos acostumbrando en el siglo XXI.
Psicólogo Eduardo Sandoval: Los atentados en París: una realidad que impacta y que invita a la reflexión

Lo dramático de la situación es que la historia se ha encargado de demostrarnos, una y otra vez, que la violencia sólo genera más violencia, perjudicando inevitablemente, a miles de familias que día a día, luchan por sobrevivir en un mundo cada vez más desigual, individualista y competitivo.
De igual manera, resulta valioso señalar que lo ocurrido tiene un contexto y una historia previa. Y es que si uno, intenta ver más allá, nos encontramos con que los principales exportadores de armas en el mundo, son Estados Unidos, Rusia, China, Alemania y Francia, según el ranking del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI)[1]. Entre los cinco, controlan el 73 % del mercado de exportaciones de armas, destacando Estados Unidos (con un 31% del mercado en el periodo comprendido entre 2010 y 2014) y Rusia (con un 27%). Por su parte, China, Alemania y Francia se reparten un 5 %. En la misma línea, se observa que los tres principales clientes de Estados Unidos, durante 2010 – 2014, fueron: Corea del Sur (9%), Emiratos Árabes (8%) y Australia (8%), mientras que los mejores clientes de Rusia fueron India (39%), China (11%) y Argelia (8%).
Desde una perspectiva crítica, notamos que la lucha armada entre las principales potencias del mundo, las “coaliciones entre el eje del bien y el mal”, los millonarios ingresos económicos que genera la venta de armas en el mundo (que sólo beneficia a unos pocos), la disputa por ciertos territorios con intereses económicos (petróleo, el gas, el dominio sobre rutas marítimas para agilizar el comercio, etc.), seguirán reproduciendo el statu quo imperante, el lamento de millones de personas y la pérdida de vidas inocentes (sirios, franceses, africanos, etc.). Más aún, pareciera ser que se olvida el acuerdo alcanzado por la Organización de Naciones Unidas (ONU), respecto al Tratado sobre Comercio de Armas[2], el que indica que “Todos los países que participen en el comercio de armas convencionales, comparten la responsabilidad por los ‘daños colaterales’ que causa – muertes, lesiones y abusos contra los derechos humanos generalizados”. ¿Qué se ha hecho, específicamente, en esta materia? Quizás, como muchos de los acuerdos políticos que se hacen en el mundo, sólo terminan siendo palabras de buena crianza, para justificar las acciones armadas, económicas, religiosas o sociales, en contra de unos y otros. Al parecer y quizás lo más grave, es que hemos perdido la confianza en las instituciones públicas, aumentando nuestro desencanto hacia los gobernantes, producto del descaro con el que lucran y justifican sus acciones cotidianamente. El llamado, será entonces a reencontrarnos como ciudadanos críticos, en la recuperación de la solidaridad, la democracia y la justicia social que nos permita cambiar el paradigma actual.


[1] Para mayor información, puede visitar el sitio web de este organismo en: http://www.sipri.org/
[2] De acuerdo al Artículo 26 de la Carta de las Naciones Unidas, se busca promover el establecimiento y mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales con la menor desviación posible de recursos humanos y económicos del mundo hacia los armamentos. Ver:  http://www.un.org/disarmament/ATT/docs/ATT_text_%28As_adopted_by_the_GA%29-S.pdf
 
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La Psicología en Chile: Reflexiones y Desafíos Disciplinares en el Siglo XXI

Columna de Opinión SURACTUAL – Diario Digital del Sur de Chile

Sur Actual

Por Eduardo Sandoval Obando
Correspondencia a: eduardo.sandoval@correo.udc.es
 
 El pasado 9 de noviembre, se conmemoraba en Chile el Día Nacional del Psicólogo/a. Pero ¿qué reconocimiento y/o difusión de este día existe en la población? ¿Qué rol ocupa nuestra disciplina en la sociedad actual? ¿Cuáles son los espacios de reflexión y análisis que los psicólogos/as generamos para mejorar nuestro quehacer profesional?
El desafío que tenemos por delante es el de seguir aportando al desarrollo integral del ser humano, de las organizaciones y de nuestra sociedad, generando mayores instancias de reflexión y análisis respecto a nuestras intervenciones,
Pareciera ser que la psicología es una disciplina que ha estado más cercana al ámbito clínico – terapéutico (quizás, por sus orígenes, ligados al estudio del comportamiento humano, donde Wundt inició en Leipzig – Alemania, el análisis de las variables, que para ese tiempo, explicarían el comportamiento humano), caracterizándose por emerger como una disciplina orientada por una lógica deductiva, biologicista y objetivadora de la realidad, complementándose con otras esferas de la salud, como la biología, medicina, psiquiatría, enfermería, entre otras.
En cuanto a la fundamentación histórica del origen de esta conmemoración, lo cierto es que no existe claridad respecto al motivo exacto del porqué se constituyó este día (Salas, 2011) o desde cuándo comenzó esta celebración (realidad diametralmente opuesta con lo que ocurre en otros países como Brasil, Argentina, España, etc.). Sin embargo, resulta llamativo indicar que el 9 de diciembre de 1968, el Presidente Frei Montalva, promulgó la ley 17.033 con la que se creaba el Colegio de Psicólogos de Chile (publicándose en el diario oficial).




El confuso y enigmático inicio de la celebración oficial de la Psicología en Chile es una nebulosa que se transmite en la población, puesto que muchos desconocen e incluso trivializan el significado de esta fecha, vinculándonos con otras profesiones o simplemente, visualizando nuestra disciplina como un mero complemento de otras áreas del conocimiento (aspecto que se observa notoriamente, en el campo de la salud por ejemplo).
Sin embargo, y a modo de autocrítica, considero que la falta de reconocimiento y validación de nuestra disciplina en la actualidad es absoluta responsabilidad de quienes la ejercemos, puesto que no hemos sabido cultivar los espacios colaborativos de reflexión y análisis crítico acerca de nuestro quehacer profesional, fragmentando muchas veces nuestro objeto de estudio o más aún, evidenciando una baja capacidad de sistematización y difusión de las experiencias exitosas que nuestra área de conocimiento nos entrega, cediendo espacios y funciones sin la más mínima reflexión. Por otra parte, el rol que ocupa nuestra disciplina es tremendamente amplio, diverso y complejo superando con creces el ámbito clínico – psicoterapéutico, ya que los psicolog@s han sabido abrir e insertarse en diferentes contextos y realidades, ampliando el marco de análisis y aplicación de nuestra profesión, tales como: la psicología jurídica y forense, la psicología de la educación, psicología ambiental, psicología social y comunitaria (en múltiples ejes: protección, justicia juvenil, reparación, etc.), psicología del deporte, psicología organizacional y económica, etc., posicionándonos como un área de conocimiento que debe responder a las complejidades del comportamiento humano en el siglo XXI.
El desafío que tenemos por delante es el de seguir aportando al desarrollo integral del ser humano, de las organizaciones y de nuestra sociedad, generando mayores instancias de reflexión y análisis respecto a nuestras intervenciones; aprovechando el valioso capital humano que existe en Chile, estableciendo alianzas colaborativas entre las Universidades y otras entidades (ONGs por ejemplo) que articulen saberes y modelos de intervención efectivos, que nos permitan responder a las necesidades de nuestra población, permitiendo que el conocimiento generado en torno al comportamiento humano (supere con creces, lo ya aportado por el paradigma positivista), para aprender a manejar la incertidumbre y la complejidad, posibilitando la construcción de relaciones más igualitarias, respetuosas y democráticas.


 
 
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La Importancia de la Pedagogía en la Construcción de Sociedades Democráticas: ¿Un Desafío que sigue Pendiente?

Columna de Opinión SURACTUAL – Diario Digital del Sur de Chile

Por Eduardo Sandoval Obando
Correspondencia a: eduardo.sandoval@correo.udc.es
El pasado 16 de Octubre, se conmemoraba el día del Profesor en nuestro país, coincidiendo con el la creación del Colegio de Profesores de Chile ocurrida en 1974. Sin embargo, pareciera ser que esta noble profesión está sujeta a permanentes cuestionamientos y recriminaciones por parte de la sociedad, y adicionalmente, por la cultura tecnocrática centrada en la medición de resultados, que coarta muchas veces, la vocación por la enseñanza y el desarrollo integral de los estudiantes.
Desde fuera del espacio escolar, cualquiera podría pensar que la pedagogía es una disciplina monótona, poco relevante o que no tiene mayor impacto sobre el modelo de sociedad y/o país que queremos construir. Tales creencias se ven potenciadas por un modelo económico que valoriza insuficientemente esta profesión, haciéndola poco atractiva para quienes se encuentran en proceso de definición y elección de un proyecto de vida.
Las reformas educativas deberían potenciar y revalorizar el rol que juegan nuestros profesores dentro del espacio escolar
Lo anterior, lo podemos observar en cifras de la OCDE[1], donde un profesor chileno de educación básica parte ganando, en promedio, US$ 17.385 ($ 9.741.858) al año. Tras 30 años puede llegar a ganar US$ 31.201 ($ 17.483.792). Esta última cifra ni siquiera se acerca al sueldo inicial que perciben los profesores en la mayoría de los países de la organización y en donde alcanzan resultados educativos sobresalientes (Finlandia, Luxemburgo, Bélgica, Alemania, por ejemplo). La realidad, muestra que el promedio de la remuneración de los profesores en los países de la OCDE es de US$ 28.854 (16.168. 627) al inicio y US$ 45.602 ($ 25.553.536) al término de la enseñanza primaria.
Esta lógica es diametralmente opuesta a lo que sucede con nuestros políticos, ya que Chile ocupa el primer lugar, al comparar la diferencia entre el sueldo de los parlamentarios (diputados por ejemplo) con el PIB per cápita (11,8), seguido por Turquía (6,3), México (5,6) e Italia (5,1). En el extremo opuesto se encuentra Suiza, donde esta diferencia es de 0,7 veces, es decir, el sueldo de un parlamentario es inferior al PIB per cápita de dicho país. Sumado a lo anterior, en la relación dieta parlamentaria / ingreso mínimo, Chile ocupa el segundo lugar, ya que los parlamentarios perciben 40 veces el ingreso mínimo.


¿Qué nos dicen estas cifras? ¿Qué hacemos como país frente a desigualdades tan graves como estas? ¿Qué tendremos que hacer como país para valorar y construir una Carrera Docente éticamente justa? A nuestro parecer, las reformas educativas deberían potenciar y revalorizar el rol que juegan nuestros profesores dentro del espacio escolar, donde cotidianamente despliegan esfuerzos valiosos por apoyar el desarrollo de sus estudiantes ante una población cada vez más compleja y heterogénea, bajo jornadas extensas de trabajo, sobrecargados de actividades administrativas que limitan la posibilidad de destinar un espacio idóneo para aspectos tan importantes como la didáctica, la innovación, la colaboración, el autocuidado y la creatividad dentro del aula escolar. Ciertamente, el desafío de Chile con nuestros profesores sigue pendiente.
Finalmente, quisiera extender un saludo, lleno de admiración y respeto, para todos aquellos maestros y maestras que han abrazado esta hermosa profesión, puesto que sin duda alguna, nos aportan un grano de arena para hacer de este mundo, un espacio mejor para todos y todas.
[1] La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico es un foro intergubernamental en el cual participan 30 países que se adhieren a los principios de la democracia y del libre mercado. De estos 30 países, 27 son considerados economías desarrolladas y sólo tres economías (Turquía, México y Polonia) en vías de desarrollo (de ingreso medio-alto). En esta organización los países miembros intercambian y comparan experiencias de política y económicas con el fin de identificar las políticas y prácticas económicas más adecuadas y desarrollarlas de manera coordinada a nivel nacional e internacional. Para mayor información, visitar sitio web: http://www.oecd.org
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La Resiliencia en Nuestros Estudiantes

Columna de Opinión SURACTUAL – Diario Digital del Sur de Chile


Algunos autores definen la resiliencia como aquel “conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener una vida “sana” en un medio insano. Estos procesos se plasman a través del tiempo, dando afortunadas combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural”. (Rutter y Rutter, 1992). Otros afirman que la resiliencia distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción (es decir, la capacidad de proteger la propia integridad bajo presión) y, por otra parte, más allá de la resistencia, la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo pese a las circunstancias difíciles (Vanistendael, 1994).

La resiliencia es la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida.

Dicho lo anterior, consensuaremos en que la resiliencia será aquella capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e inclusive, ser transformados por ellas. Al profundizar en las Historias de Vida de Adolescentes Infractores de Ley (Sandoval, 2012; 2014), hemos observado que la mayoría de los jóvenes ha enfrentado una amplia gama de situaciones adversas (contextos de alta deprivación sociocultural, hambre, marginación y exclusión social, violencia escolar, repitencia o fracaso escolar, etc.) desde temprana edad, utilizando recursos cognitivos y habilidades de alto valor educativo. Pero ¿qué tipo de recursos o habilidades cognitivas le han permitido continuar con sus procesos de desarrollo? ¿Cuál es el papel de la resiliencia en la trayectoria vital de niños y jóvenes provenientes de contextos vulnerados?


En aquellos establecimientos educacionales que poseen un alto índice de vulnerabilidad escolar, notamos que muchos de nuestros estudiantes se ven enfrentados cotidianamente a enormes desigualdades sociales, pero pocos se detienen a pensar que, muchos de ellos, desarrollan a lo largo de su vida un alto grado de resiliencia, sobreponiéndose a experiencias tremendamente desoladoras y negativas (cuando, muchas veces, llegar a la escuela ya es un desafío).
Esto permite comprender que muchos exhiben un alto nivel de destreza para sortear experiencias negativas, retomar sus vidas y esforzarse para conseguir lo que se proponen (aun cuando eso implique la vinculación a un delito), evidenciando la autonomía e independencia (es decir, fijarse límites entre ellos y el problema, sin caer en el aislamiento o la soledad), visión positiva respecto al futuro (manteniendo una actitud optimista, pese a lo adverso de las situaciones), alta sociabilidad (exhibiendo bastante maestría para establecer diversos lazos e intimidad con otras personas, equiparando la propia necesidad de afecto con la actitud de brindárselo a otros).
Finalmente, y a modo de reflexión, resulta interesante preguntarnos si ¿estamos aprovechando tales recursos dentro del sistema escolar? ¿Qué podemos hacer para construir, transversal y curricularmente, un modelo educativo integrador y centrado en las potencialidades de cada estudiante? ¿Nuestros marcos de convivencia escolar están educando verdaderamente en valores? Esperemos que tales orientaciones no sean simplemente palabras de buena crianza, sino más bien una realidad que nos oriente en la construcción de una sociedad respetuosa e igualitaria para todos y todas.
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