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Columna de Opinión – Sur Actual
03 de Junio 2016 
Sur Actual
Por Eduardo Sandoval Obando*
Lo ocurrido el 21 de mayo, en el Zoológico Metropolitano de Santiago, en donde un joven de 20 años probablemente afectado por un trastorno psiquiátrico (cuadro psicótico complejo, acompañado de un delirio místico), concluyó con la muerte de dos leones y una serie de cuestionamientos a los protocolos de seguridad y al manejo de situaciones críticas que pueden surgir dentro de un zoológico. Lo anterior, provoca una serie de debates y contradicciones en la ciudadanía, respecto al dramático desenlace de esta situación. Algunos discuten enérgicamente la reacción de los operarios del zoológico, afirmando que era más importante preservar la vida de los leones, ante un “suicida” que solo quería acabar con su vida. Otras posturas más radicales, abogan por la revisión exhaustiva de la funcionalidad y/o sentido de los zoológicos en Chile y el mundo, de las estrategias de conservación que estos centros poseen en miras a la protección y resguardo de las especies en extinción o incluso del rol educativo que podrían tener estos servicios, si existiesen políticas transversales efectivas que incentiven el cuidado por la protección al medio ambiente y a los seres vivos que conforman nuestro ecosistema.
Sin embargo, este evento tan atípico y complejo, debería hacernos reflexionar profundamente sobre una temática que aun a nuestro juicio, sigue siendo un tema pendiente en Chile. Nos referimos a las estrategias y políticas existentes en torno a la Salud Mental en nuestro país, ya que este eje del Ministerio de Salud sigue siendo el “hermano pobre” de nuestro sistema sanitario. Al respecto, la OMS señala que un 17,2 % de las personas en Chile sufre de depresión, lo que ubica al país por encima de los niveles mundiales de esta enfermedad. Asimismo, este organismo recomienda destinar un 5 % de los recursos en salud a esta área, pero contradictoriamente, la realidad nacional indica que solo se destina un 2,5 %. A este panorama, se suma que Chile junto con Corea del Sur, son las dos naciones en que la tasa de suicidio de niños y adolescentes aumenta cada año en vez de disminuir; el 35 % de los mayores de 15 años han sufrido un problema psiquiátrico, donde existen altas tasas de automedicación y en que las problemáticas de salud mental están relacionadas con el 26 % de las licencias médicas emitidas durante el último año. Entonces ¿son suficientes los medios y recursos existentes actualmente para afrontar las necesidades de salud mental en nuestro país? ¿Cuál es el impacto real de los esfuerzos que se han generado en materia de promoción y prevención en salud mental?
¿Cuál es la reflexión que el Estado genera en materia de protección de la primera infancia? ¿Qué hace falta para generar una Ley integral de Abordaje de la Salud Mental en Chile?
Además, el caso de Franco representa la realidad de miles de personas que deambulan en nuestra sociedad, arrastrando una serie de diagnósticos y trastornos de salud mental que deterioran su calidad de vida y posibilidades de desarrollo (a nivel individual, familiar, laboral, cultural o comunitario), ante una sociedad cada vez más deshumanizadora, individualista, desconocedora de los aspectos que afectan la salud mental y discriminatoria. Pero ¿conocemos realmente la historia de vida de este joven? ¿Cuál era su condición de salud, al momento de realizar este acto? ¿Cuáles eran sus redes de apoyo? ¿Es posible que los dispositivos de salud mental llegaron tarde en este caso y en muchos otros que terminan acabando con su vida? Como sociedad, ¿tenemos conciencia respecto a lo que implica un trastorno de salud mental? ¿Cuáles son las posibilidades de mejora y/o desafíos de Chile tiene, en materias de salud mental? ¿Los sistemas de protección del Servicio Nacional de Menores que atendieron a Franco durante su infancia realizaron una adecuada intervención? ¿Cuál es la reflexión que el Estado genera en materia de protección de la primera infancia? ¿Qué hace falta para generar una Ley integral de Abordaje de la Salud Mental en Chile? Quizás esta temática sigue siendo un protagonista invisible ante quienes toman las decisiones en el nivel central.
Lo cierto es que para muchas personas que han enfrentado (directa o indirectamente), un trastorno de salud mental, han conocido de cerca una realidad bastante sombría, caracterizada por los altos costos que implica tener un tratamiento psiquiátrico oportuno y deferente (puesto que muchos de los profesionales que poseen esta especialidad, atienden mayoritariamente en forma particular); los estigmas sociolaborales que acarrea una enfermedad de salud mental; la patologización de las conductas y el largo peregrinaje que implica, el acceso a procesos psicoterapéuticos de calidad en el sector público, ya que muchos de estos profesionales deben priorizar el “rendimiento” en la atención de pacientes (10 a 15 minutos por atención), por sobre el vínculo con el consultante; las metas colectivas y los avatares de un ministerio, que está más interesado en los resultados objetivos y medibles, en desmedro de la calidad y rigurosidad en la atención de los usuari@s. Más aún, existe una absoluta despreocupación por el cuidado y la protección al personal que se desempeña en estas unidades, quienes enfrentan cotidianamente el malestar de la sociedad, la ausencia de condiciones dignas de trabajo y un pobre autocuidado, entre otros.
Finalmente, realizamos un llamado a las autoridades y organismos competentes en materias de salud, para que generen acciones concretas y específicas en el abordaje y protección de la salud mental en Chile para responsabilizarnos empáticamente de  los desafíos que como país tenemos en la comprensión de los trastornos de salud mental y de la inclusión de quienes las padecen, de las falencias y oportunidades de mejora que requiere nuestro sistema sanitario para responder efectivamente a las necesidades de nuestra población y de las complejidades del mundo actual.
Psicólogo. Postítulo en Sexualidad y Afectividad (U. de Chile). Diplomado en Docencia Universitaria. Diplomado en Salud Familiar (U. de Chile). Magíster en Educación, Mención Políticas y Gestión Educativas. Doctor © en Ciencias Humanas, UACH. Interventor Clínico en Salud Mental – Atención Primaria.
Correspondencia a: eduardo.sandoval@correo.udc.es
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El Negocio de la Información y la Libertad de Prensa en Chile

Columna de Opinión – Sur Actual
19 de Mayo 2016 
Sur Actual
Eduardo Sandoval Obando
Correspondencia: eduardo.sandoval@correo.udc.es

Los medios de comunicación de masas poseen un rol protagónico en nuestra sociedad al ser una fuente de conocimiento, difusión y construcción de la realidad que los sujetos utilizan cotidianamente para informarse y generar opinión respecto a las diversas temáticas y problemas atingentes que surgen en nuestro país, tales como: política, educación, cultura, adolescencia, economía, etc.
Dicho en otras palabras, gran parte de nuestras ideas y debates emergen de una imagen sesgada e ideológicamente construida a partir de los medios de comunicación (Sandoval, 2015).
Por ello, resulta interesante generar un proceso de reflexión sobre el papel de los medios de comunicación de masas en la reproducción de los diversos estereotipos y visiones fragmentarias que deterioran la inclusión e igualdad en nuestra sociedad, al transmitir una imagen sesgada de la realidad nacional, sesgando ideológicamente el abordaje noticioso e informativo de los aspectos que se discuten en Chile, tales como: Ley del Aborto en sus 3 causales; Fracaso de construcción del Puente Cau Cau; el Financiamiento de las campañas políticas, etc.
De igual manera, resulta necesario preguntarnos respecto a ¿quiénes son los principales conglomerados económicos que controlan los medios de comunicación en Chile? ¿Cuáles son los límites de la transparencia y la libertad de prensa, ante un sistema económico tan desigual? ¿Cuáles son los aportes y beneficios que la televisión estatal entrega a los chilenos? ¿La crisis de audiencia vivida por TVN es el resultado de un modelo económico que explota el morbo y los estereotipos sociales? ¿Qué cabida e impacto alcanzan los programas culturales que se generan en Chile? ¿Hemos avanzado drásticamente a la privatización absoluta de los medios de comunicación en Chile? ¿Cuál es la libertad editorial que poseen los medios informativos chilenos?
Para responder a lo anterior, encontramos que los grandes medios se encuentran concentrados en manos de grandes grupos económicos, quienes poseen participación en diversos rubros de la economía nacional e internacional:
  • Agustín Edwards (grupo El Mercurio): este consorcio, posee 14 estaciones de radio en las principales ciudades del país y una agencia de noticias (Carmona, 2002). Asimismo, son propietarios de 22 periódicos, tres de circulación nacional publicados enSantiago y otros 19 (en 14 ciudades claves), contando con el apoyo del grupo Matte.
  • Álvaro Saieh (Consorcio Periodístico de Chile S.A., Copesa), quien aparece como propietario de los periódicos La Tercera, La Hora y La Cuarta; así como de las Revistas Qué Pasa, Paula, Pulso, etc. Asimismo, tiene participación en el medio radial, controlando las emisoras Duna; Paula FM, Carolina, Beethoven, Zero y Radio Disney, respectivamente (Monckeberg2009).
  • Grupo Luksic: controla el 67% de Canal 13, quienes destacan en el rubro de la minería.
  • Grupo Bethia (Falabella): controlan Megavisión desde el 2011.
  • Grupo Time Warner (Se trata del segundo conglomerado de medios más grande del mundo, superado sólo por Disney. Nace de la unión entre Warner Communications Inc. y Time Inc.), controlan Chilevisión.
Este conglomerado económico, posee una vasta inserción en los medios de comunicación de masas; entre los que se encuentran CNN (en sus versiones Chile, mundial, en Español, y CNN+, donde cuentan con el 49% de las acciones), HBO, Cinemax, TBS Superstation, Cartoon Network, Turner Classic Movies, Tooncast, Boomerang, HTV y Fashion TV. También son dueños de las cadenas argentinas I-Sat, Space, Infinito y TruTV. En México son dueños del Grupo Expansión, que representa Revista Quién, Life&Style, Expansión, Quo, Balance, Vuelo, Obras y Chilango. En Gran Bretaña tienen a IPC Media, editorial de revistas.
  • Grupo Prisa: controlan el 60 % del mercado radiofónico nacional, lideradas por la radio ADN. Además, son propietarios del diarioEl País y Editorial Santillana, entre muchos otros negocios.
Actualmente, somos testigos de una crisis significativa de representatividad y autonomía en los medios de comunicación de masas, puestos que sus bases fundacionales y/o económicas se encuentran sustentadas en los principales grupos de poder existentes en Chile; coartando notablemente el derecho a la información y la formación crítica de los ciudadanos, mermando nuestras posibilidades de construcción de una ciudadanía reflexiva y transformadora de la realidad.
Al respecto, analicemos por ejemplo, la cobertura en los medios que tuvieron las inundaciones en Santiago o el avance de un reality show, en comparación con el manejo noticioso del conflicto chilote. Otro ejemplo a gran escala, es la difusión y cobertura mediática que ha logrado Donald Trump en USA, beneficiándose directamente por el lugar que tales espacios / medios le brindan cotidianamente.
Tristemente, en muchos hogares, tales medios de comunicación, están reemplazando a los estilos de crianza, la lectura y el pensamiento crítico, la educación en valores y la formación cívica, etc. Quizás, la telebasura y los medios al servicio de la economía, vinieron para quedarse, puesto que se ha convertido en un negocio lucrativo, hedonista, superficial y acorde al statu quo chileno.
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Columna de Opinión – Sur Actual
27 de Abril 2016 
Sur Actual

Como ciudadano, me sorprende significativamente la liviandad, falta de prolijidad y absoluto descaro con que se toman decisiones importantes para el desarrollo local de nuestra comuna. En lo específico, resulta paradójico y quizás tragicómico, el análisis y revisión del proceso administrativo y técnico con que se fue construyendo y cimentando la idea del puente basculante Cau Cau, en nuestra Región de Los Ríos.
Sin duda, que la idea de materializar esta obra ingenieril nos llenó de orgullo y satisfacción al ver que en mucho tiempo volvíamos a ser una prioridad para el nivel central, puesto que las pretensiones comunales existían desde el año 1991, momento en que el alcalde de ese tiempo, Sr. Bernardo Berger, recalcaba la necesidad de mejorar las condiciones viales de nuestra ciudad.
Sin embargo, nunca pensamos o quizás, jamás imaginamos que podía existir un nivel tan alto de negligencia técnica. A modo de ejemplo, durante el 2011, se registró una diferencia de 70 cm en la alineación de los pilotes del puente; durante enero del 2014, las carpetas del puente son puestas al revés y la explicación del MOP, fue que esto solo correspondía a un “error menor”; en marzo de ese mismo año, se presenta una falla en el sistema de rótulas para elevación del puente; en febrero del 2015, aparecen nuevas fallas en la rótula y en el émbolo del cabezal norte; en marzo de este mismo año, la falla se produjo en el sistema oleohidráulico del puente (es el que permite izar los brazos), sembrando y consolidando la crónica de una muerte anunciada. A lo anterior, se agrega la ausencia sistemática de fiscalizaciones efectivas, por parte de Vialidad – Ministerio de Obras Públicas (el 2013, se detectó la participación de un topógrafo falso en la construcción de esta obra) del aumento irregular de fondos públicos, para asesorías externas que no permitieron detectar oportunamente las falencias en su construcción y manejo ingenieril.
Quizás por la idiosincrasia de nuestro país es que las cosas siempre terminan haciéndose a medias, bajo la ley del mínimo esfuerzo, “abaratando” los costos de una inversión pública, con miras a que las empresas obtengan mayores beneficios económicos. Solo a modo de ejemplo, notamos con asombro que la prolijidad en la administración de fondos públicos y el uso racional del dinero de todos los chilenos es una falacia que solo es aplicada por el ciudadano de esfuerzo, que lucha día a día, para solventar sus necesidades básicas. Así, se observa que la inversión inicial definida por el MOP, para la construcción del puente Cau Cau, en el año 2005 fue 2 mil 395 millones de pesos. Posteriormente, en el 2007, la cifra aumentó a 6 mil 100 millones. Por si fuera poco lo anterior, el 2010, se licitó dicha obra, adjudicándosela la empresa AZVI, por aproximadamente 14 mil millones de pesos (costos que seguirán aumentando, producto de la reciente propuesta presentada por el ministro Undurraga, en miras a la nueva construcción de esta obra).
Resulta urgente preguntarnos como ciudadanos ¿qué pasaría si una empresa chilena comete toda esta serie de errores en la construcción de una obra, en el exterior? ¿Tendría repercusiones? ¿Qué mecanismos surgirían o debiesen existir para asegurar la correcta utilización de los fondos públicos? ¿Fueron tardías las acciones del MOP, para cancelar el contrato con la empresa AZVI? ¿Quiénes son los responsables de las fiscalizaciones técnicas de esta obra? ¿Cómo es posible que no hubieran sido capaces de detectar tales errores oportunamente? ¿Exceso de confianza o desconocimiento técnico respecto a una obra de esta envergadura? ¿Qué sentido tienen las soluciones “parche” y la innumerable cantidad de excusas y soluciones parciales que se han venido entregando desde el MOP, frente a una necesidad palpable y evidente de conectividad vial para nuestra comuna? ¿Cuánto tiempo más, se postergará la construcción de nuevas alternativas viales para Valdivia (Puente Los Pelúes y/o Torobayo por ejemplo)?
Finalmente, solo nos queda acostumbrarnos a que muchas de las decisiones generadas desde el nivel central, y quizás gran parte de las políticas públicas propuestas en diversos sectores (economía, educación, cultura, deporte, etc.) seguirán teniendo una serie de repercusiones negativas sobre nosotros, postergando el tan anhelado desarrollo armónico para todos los ciudadanos que integran y conforman este vasto territorio. Ojalá que la “chilean way” y los fantasmas del pasado no impidan la transformación social que necesitamos, y que nuestro voto sea una herramienta de cambio y de renovación sincera… incluso ética de la política, para acabar con los contratos “truchos”; el cuoteo político que orienta y coordina la “repartija” antojadiza de los servicios públicos (quizás el ejemplo más concreto es la realidad del SENAME, donde se insertan personas con una ausencia total de capacidad técnica, para resolver y pronunciarse en materias de justicia y protección de derechos de nuestros niños y adolescentes); los arreglos y pactos políticos que mantienen el statu quo en Chile, y que en definitiva, tales fracasos, sean experiencias generadoras de aprendizajes y reflexiones profundas, sobre el sentido, impacto y formación valórica de las personas que escogemos para representarnos en los diversos poderes del Estado.
[1] Psicólogo. Postítulo en Sexualidad y Afectividad (U. de Chile). Diplomado en Docencia Universitaria. Diplomado en Salud Familiar (U. de Chile). Magíster en Educación, Mención Políticas y Gestión Educativas. Doctor © en Ciencias Humanas, UACH.
Correspondencia a: eduardo.sandoval@correo.udc.es  
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Columna de Opinión – Sur Actual
06 de Abril 2016 
Sur Actual
Por Eduardo Sandoval Obando*

Como cada año, la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante el presente mes, celebra y conmemora 2 eventos de enorme relevancia en el campo de la salud pública. El 06 de abril se celebra el Día Mundial de la Actividad Física y el 07 de abril, el Día Mundial de la Salud, destacando el interés y compromiso de las naciones por promover sistemáticamente la actividad física como un factor protector de enorme relevancia para la protección de nuestra salud. Por actividad física se entiende todas aquellas actividades que involucren y estimulen el movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos, que lleva consigo un consumo de energía, por sobre el metabolismo basal. La intensidad y frecuencia con que se desarrolle la actividad física, depende y varía según las necesidades y/o características de las personas (edad, peso, actividad ocupacional, condición de salud, etc.). Como ejemplos de actividad física, podemos mencionar: caminar a paso ligero, bailar, andar en bicicleta, nadar, correr, subir escaleras, etc.
La realidad sanitaria mundial es preocupante en términos de nuestra salud física y nutricional, puesto que de acuerdo a la OMS (2008) se estimaban unos 347 millones de personas, en todo el mundo, las que tenían diabetes, enfermedad cuya prevalencia va en aumento, especialmente en los países de ingresos bajos y medianos. En este mismo ámbito, durante el 2012, esta enfermedad fue la causa directa de unos 1,5 millones de defunciones, de las que más del 80 % se produjo en países de ingresos bajos y medianos (entre los que se encuentra Chile). Más aún, según las previsiones de la OMS, la diabetes será la séptima causa de defunción para 2030.
http://www.proclamadelcauca.com/wp-content/uploads/2014/09/Estilos-de-vida-saludables.jpg
En nuestro país, las cifras no son para nada alentadoras, puesto que de acuerdo a la OPS (2015) Chile ocupa el primer lugar en Sudamérica, con un 27,8 % de obesidad en la población (32,3 % y 23,3 % para mujeres y hombres, respectivamente). Asimismo, de acuerdo a las estimaciones del Ministerio de Salud, se señala que el 34 % de los niños chilenos menores de seis años padece obesidad o sobrepeso (es decir, el 10 por ciento de los niños es obeso y el 24 % restante, tiene sobrepeso). Al respecto, vale la pena reflexionar en torno al impacto que han tenido o no las diversas reformas sanitarias, educacionales y/o culturales que Chile ha generado (Elige Vivir Sano, Quioscos saludables en los establecimientos educacionales; Ley del Tabaco; rotulación de los alimentos, etc.), para responder a este problema de salud mundial que genera enormes consecuencias sobre la salud de las personas. Junto a ello, es importante recalcar que ninguna de las reformas implantadas son suficientes para responder efectivamente a estas problemáticas.
Al contrario, creemos necesario y tremendamente relevante que como ciudadanos podamos reflexionar y transformar nuestros estilos de vida, aumentando nuestra conciencia y compromiso individual, acerca de cómo nos alimentamos y/o de las acciones que desplegamos para proteger nuestra salud. Por ejemplo ¿Cuántas veces a la semana, practica y/o realiza actividad física recreativa? ¿Cómo se alimenta y que alimentos usualmente consume? ¿Es fumador? ¿Con qué frecuencia consume alcohol? ¿Se realiza anualmente un chequeo médico preventivo? ¿Cuánto invierte, anualmente en aspectos ligados a la protección de su salud? ¿De qué manera aprovecha y utiliza las áreas verdes disponibles en nuestra ciudad? ¿Qué cambios está dispuesto a realizar para mejorar e incorporar un estilo de vida saludable?
Paradójicamente, nos parece relevante señalar que existe bastante consenso en el campo científico respecto a que 30 minutos de actividad física recreativa (de intensidad leve a moderada, tales como caminar, andar en bicicleta, trotar, subir escaleras, etc.) durante 3-4 veces a la semana, pueden marcar la diferencia  entre la vida o la muerte, para proteger la salud, puesto que entrega múltiples beneficios, tales como: reduce el riesgo de aparición de enfermedades crónicas no transmisibles (diabetes, hipertensión arterial, obesidad, etc.), mejora la salud ósea funcional, contribuye al equilibrio calórico y el control de peso; fortalece y protege la salud mental (a través de la liberación de endorfinas), etc. Y Ud. ¿Qué cambio está dispuesto a realizar, en su rutina diaria, para proteger su salud?
Finalmente, reiteramos el llamado a la concientización y ejecución de acciones individuales / grupales y/o comunitarias concretas que contribuyan a incentivar la actividad física en sus contextos de origen, potenciando la construcción de una perspectiva holística, en la promoción de la actividad física y la salud que no se reduzca a la oferta esporádica de actividad física o el desarrollo de otra estrategia sanitaria aislada de promoción. Necesitamos de una transformación educativa, cultural y política que favorezca participativamente el acceso al conocimiento teórico-práctico y la reflexión crítica sistemática sobre nuestra salud. Ciertamente, el desafío es de tod@s.


[1] Psicólogo. Postítulo en Sexualidad y Afectividad (U. de Chile). Diplomado en Docencia Universitaria. Diplomado en Salud Familiar (U. de Chile). Magíster en Educación, Mención Políticas y Gestión Educativas. Doctor © en Ciencias Humanas, UACH.
Correspondencia a: eduardo.sandoval@correo.udc.es 
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Columna de Revisión en FOCO SOCIAL – Comunicaciones, Niñez y Adolescencia
  31 de Marzo 2016
 

 

Los últimos años, hemos sido testigos de una serie de transformaciones y reformas en nuestro sistema escolar, producto de una serie de demandas planteadas y sentidas, por los diversos actores educativos (profesores, estudiantes, familias, asistentes de la educación, etc.), las que se fueron consagrando y explicitando gradualmente, tras la aprobación de la Ley General de Educación N° 20.370, en diciembre de 2009.

Esta iniciativa legal, aprobada durante el primer gobierno de Michelle Bachelet, buscaba generar diversas modificaciones en los procesos de admisión (limitando la facultad que tienen los establecimientos de discriminar a sus alumnos por motivos económicos por ejemplo, aspecto reforzado con la Ley de Inclusión Educativa que entró en vigencia, a contar del 1 de Marzo 2016), currículum obligatorio, formación del profesorado, reconocimiento oficial de los establecimientos educacionales y la aplicación gradual de un modelo de gestión y “administración” de los aprendizajes del alumnado, incorporando diversas estrategias y procedimientos característicos del mundo empresarial, orientados a la medición y evaluación de resultados, para aunar esfuerzos y recursos, en la tan ansiada búsqueda y mejora de la calidad de la educación chilena.
 
De igual manera, se estipulan una serie de transformaciones a la Ley de Aseguramiento de la calidad de la educación (ampliando las atribuciones de la Superintendencia de Educación Escolar), el aumento de los fondos designados a los estudiantes más vulnerables, a través de la Ley SEP y la ley de gratuidad, en la educación superior. Sin embargo, ¿Cuál es el impacto real, que han tenido estas reformas, en los procesos educativos de nuestros estudiantes? ¿De qué manera han sido escuchados y considerados las voces e inquietudes de los actores educativos (profesorado, alumnado, asistentes de la educación, estudiantes, etc.) en estas reformas? ¿Qué acciones específicas, han fortalecido y resignificado la profesión docente? ¿Cuál es el sentido político y/o pedagógico, de continuar potenciando la enseñanza media y/o superior, relegando la educación preescolar?
 
Al respecto, nos parece importante y significativo, señalar la enorme importancia que adquiere, el centrar nuestra mirada y esfuerzos, en potenciar la educación preescolar, puesto que es ahí, donde se juega el verdadero desafío de la educación chilena, para avanzar en equidad y mayor justicia social para todos y todas. Los últimos avances en las neurociencias, demuestran las ventajas significativas que aportan la estimulación temprana (valorando el aporte de iniciativas gubernamentales como el Programa Chile Crece Contigo por ejemplo), el aprovechamiento de las ventanas de aprendizaje y la construcción de políticas públicas integrales, que valoren y resguarden los derechos de los niños y niñas en Chile.

Las experiencias internacionales en países como Finlandia, Suiza, India, Canadá y Estados Unidos (entre otros), demuestran y exhiben las ventajas educativas que aporta un programa de protección integral de la infancia, incidiendo en mejores desempeños en lenguaje y matemáticas, mayores tasas de empleo, menores tasas de deserción escolar, menor dependencia de programas sociales (disminuyendo el gasto social y/o reorientando la asignación de recursos), disminución de las tasas de criminalidad (puesto que las intervenciones en el ámbito de la protección de derechos, llegan oportunamente a quienes están en situación de riesgo; potenciando los factores protectores en el entorno inmediato del menor y privilegiando el trabajo intersectorial), la protección y empoderamiento de la familia (en apego, estilos de crianza, desarrollo socioemocional, etc.), entre otros resultados beneficiosos, que justifican los costos de implementación, y al mismo tiempo, acompañado de un sistema de evaluación transversal, que retroalimenta al personal que se desempeña en estos modelos de intervención. Esperamos que las iniciativas propuestas desde el Ejecutivo, en torno al Consejo Nacional de la Infancia, permita avanzar política y educativamente, en la protección y desarrollo transversal de nuestros “locos bajitos”… puesto que son ellos, nuestra mayor riqueza, y por ende, tenemos el deber de reflexionar y resignificar los esfuerzos desplegados hasta ahora, en torno al cumplimiento de la Convención Internacional de los Derechos del Niño.

* Eduardo Sandoval Obando es Psicólogo, Postítulo en Sexualidad y Afectividad de la U. de Chile; Diplomado en Modelo Salud Familiar de la U. de Chile; Magíster en Educación, Mención Políticas y Gestión Educativas; Doctor © en Ciencias Humanas, UACH. Correspondencia a: eduardo.sandoval@correo.udc.es 

 
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