Massivedynamic.co 12 34 56 78
Columna de Opinión – Sur Actual
08 de Marzo 2016
 
 
Por Eduardo Sandoval Obando[1]
Este 8 de marzo, se recuerda el Día Internacional de la Mujer, en que se nos invita a reflexionar en torno al valor y protagonismo de la mujer, en los diversos ámbitos de desarrollo de la sociedad, reiterando la necesidad de fortalecer el compromiso mundial, por el trato igualitario de la mujer. Sin embargo, y quizás paradójicamente, la gestación de este día, se encuentra vinculado al trágico deceso de aquellas 140 mujeres trabajadoras (la mayoría de ellas, inmigrantes), que perdieron su vida, el 25 de marzo de 1911, en el trágico incendio que afectó a la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist, en Nueva York (Estados Unidos). Este suceso tuvo grandes repercusiones en la legislación laboral de los Estados Unidos, y en las celebraciones posteriores del Día Internacional de la Mujer (a nivel mundial), puesto que nos recuerda y explicita que el ser mujer, en los tiempos actuales es una tarea tremendamente compleja, difícil y aún, marcada por enormes desigualdades sociales.
Lo anteriormente expuesto, queda reflejado en las innumerables batallas y obstáculos que la mujer ha tenido que sortear, a lo largo de la historia, para defender sus derechos en la sociedad (acceso a la educación superior, el derecho a voto, el reconocimiento de sus derechos laborales, igualdad de género; el combate contra el machismo y la violencia; la regulación legislativa en materias de reproducción y lactancia, apoyo a la maternidad, etc.), evidenciando una vez más, que la “igualdad” o “equidad de género” sigue siendo un desafío pendiente, en muchos países del mundo.
En nuestro país, las mujeres también han debido luchar por el respeto a sus derechos y espacios de participación. Un ejemplo de esto, es el llamado “Decreto Amunátegui” (5 de febrero de 1877), que facultó a las mujeres, a entrar a la universidad. Asimismo, el 13 de abril de 1926, el senado aprobaría el voto femenino para las elecciones municipales; en 1932, nació la Asociación Nacional de Mujeres Universitarias, cuyo fin era extender las oportunidades culturales, económicas, cívicas y sociales de la mujer. Posteriormente, en 1949, bajo la presidencia de Gabriel González Videla, para las elecciones parlamentarias y presidenciales. Todos estos hitos, nos exhiben una realidad compleja, en que las mujeres deben luchar diariamente, por el ejercicio y respeto de sus derechos, desempeñando al mismo tiempo, múltiples roles y tareas (madre, esposa, abuela, hermana, profesional, jefa de hogar, etc.), con un nivel de excelencia, admiración y esfuerzo sorprendente.
Para este año, el lema propuesto por las Naciones Unidas, para el Día Internacional de la Mujer es “Por un Planeta 50-50 en 2030: Demos el paso para la igualdad de género“, reiterando la necesidad de promover y acelerar la Agenda 2030, para el desarrollo sostenible, que impulse decididamente, la aplicación efectiva de un desarrollo sostenible, democrático, igualitario y transformador para hombres y mujeres.
Acabar con el machismo y las desigualdades (sociales, culturales, religiosas, políticas, económicas, etc.) que afectan a nuestras mujeres, es quizás uno de los desafíos más relevantes que tiene nuestra sociedad, en los tiempos actuales; puesto que sólo desde allí, es que podremos construir un nuevo marco relacional, que reivindique y valore la enorme relevancia de la mujer, en el destino de la humanidad y el aporte significativo que ha realizado, en los diversos ejes de desarrollo científico, tecnológico, educativo, afectivo y político. Sin embargo, nos parece necesario plantearnos algunas interrogantes, tales como ¿Qué acciones concretas realiza Ud. cotidianamente, para reconocer y valorar a la mujer que tiene en su entorno inmediato? ¿Cómo potencia el desarrollo de la mujer (a nivel familiar, laboral, cultural o religioso)? ¿De qué manera, propicia las relaciones igualitarias entre hombres y mujeres?.
A modo de conclusión, nos resta desear un saludo afectuoso y sincero, a todas aquellas valientes mujeres que iluminan nuestros días, convirtiéndose en la mejor representación de amor, esfuerzo, entrega incondicional, protección, fortaleza, belleza e inteligencia. Porque son ejemplo palpable de la lucha y la constancia por el respeto y la igualdad, esperamos que los desafíos pendientes que las afectan (brechas salariales por ejemplo), nos permitan avanzar en una mayor protección y valoración de Uds., con reformas políticas efectivas, que reconozcan y potencien su desarrollo y aporte en la sociedad. Porque estamos convencidos de que “una mujer con imaginación, es una mujer que no solo sabe proyectar la vida de una familia y la de una sociedad, sino también el futuro de un milenio” (Rigoberta Menchú).


[1] Psicólogo. Postítulo en Sexualidad y Afectividad (U. de Chile). Diplomado en Docencia Universitaria. Diplomado en Salud Familiar (U. de Chile). Magíster en Educación, Mención Políticas y Gestión Educativas. Doctor © en Ciencias Humanas, UACH.
Correspondencia a: eduardo.sandoval@correo.udc.es
 
0

Columna de Revisión – Sur Actual
19 de Febrero 2016

Por Eduardo Sandoval Obando
Psicólogo

Desde hace algunos años, las instituciones políticas chilenas han comenzado a reflejar una serie de síntomas tremendamente negativos para la ciudadanía (Caso CAVAL, PENTA, SQM, por ejemplo), producto del comportamiento “éticamente reprochable” de diversos líderes y referentes políticos en los diversos ejes del servicio público (salud, educación, economía, gobierno, etc.), donde el lucro, el afán de poder y el éxito (al mínimo esfuerzo), instalan un clima enrarecido en la ciudadanía, marcado por la desconfianza, la impotencia y el repudio hacia quienes ostentan el poder en nuestro país.
Lo cierto es que en nuestro país se ha instalado fuertemente el tráfico de influencias, el cuoteo político de los cargos de responsabilidad en el servicio público y la mercantilización de las reformas políticas, en que el dinero y los intereses de los grupos de poder, dirigen implícita o explícitamente, las decisiones de los “honorables” que nos representan en el congreso, afectando dramáticamente el sentido de la democracia.
Aunque la mirada parezca catastrófica, basta con revisar los estudios internacionales de diversos organismos (OCDE, UNICEF, CEPAL, OMS, etc.), los que dan cuenta de que las desigualdades sociales en Chile persisten y se ramifican como un tumor cancerígeno sin tratamiento efectivo, llevándonos a un camino sin retorno (o al menos, con un panorama sombrío y complejo, en materia de desarrollo).
En primer lugar, nos asombra la actitud de muchos de los integrantes de los Gobiernos de turno, quienes se muestran absolutamente alejados o desconectados de los problemas de la gente, hablando de crecimiento, igualdad, acceso y calidad de la salud pública o incluso, justificando el alza de precio, de un medio de transporte; cuando nunca han utilizado un servicio de este tipo, puesto que han gozado de muchos de los privilegios de las clases de élite (educación privada, viajes al extranjero, puestos privilegiados de trabajo, “contactos” de primer nivel en el sector productivo público / privado, etc.), evidenciando una pobreza intelectual y una falta de empatía social, hacia la gran mayoría de los chilenos que luchan día a día para mejorar su calidad de vida y/o sobrevivir ante el modelo neoliberal.

En segundo lugar, observamos que este contexto inundado de injusticias, desigualdades y la íntima relación del dinero con la clase política (vínculo que no sorprende), va generando un impacto negativo y tremendamente peligroso para nuestras futuras generaciones. Lo anterior, guarda relación con que los múltiples casos de colusión (pollos, papel higiénico, farmacias, SQM, etc.), partidismo descarado (en que muchos cargos de responsabilidad y de enorme relevancia nacional, regional o local, son ocupados muchas veces por personas que no cumplen los requisitos técnicos exigidos para el puesto) y el descrédito de la política (producto de la falta de autocrítica, el descaro y la falta de ética de los gobernantes), transmiten la idea del éxito fácil, del “pituto” para alcanzar tus metas, la ley del mínimo esfuerzo (en que ni siquiera la formación de pregrado y/o postgrado puede asegurarte la estabilidad laboral, aspecto reflejado diariamente en la fuga del capital humano avanzado, por ejemplo), el egoísmo y el descaro frente al lucro, la probidad (como un factor irrelevante) y la pérdida de sentido por el “servicio público”.
En tercer lugar, creemos que este tipo de mensajes se ve fortalecido ante un sistema judicial que muchas veces actúa de manera laxa ante personajes que tienen cierto grado de reconocimiento público o privado (el caso Larraín, el choque de Arturo Vidal, el caso CODELCO, el tratamiento de la colusión; CAVAL, el supuesto endeudamiento del senador Navarro, etc.), reflejándose en un sinfín de medidas y condiciones accesorias a la privación de libertad. Entonces ¿por qué el robo de traje y corbata es menos cuestionable que el robo que comete una persona desempleada para alimentar a su familia? ¿Cuál es el sentido de justicia ante estas situaciones? ¿Qué naturaleza o formación ética es la que orienta la decisión de los jueces? ¿Existe realmente la independencia y la autonomía entre los poderes del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial)?
Finalmente, nos parece relevante señalar que los diversos sucesos presentados en torno a la relación entre el dinero y la política requieren por parte de la ciudadanía un análisis profundo y crítico, de cara al futuro, que nos posibilite reflexionar respecto al país que queremos dejarle a nuestras futuras generaciones. Asimismo, resulta prioritario que valoremos el sentido de nuestro voto en las futuras elecciones, para que ejerzamos este derecho de manera responsable e informada, buscando la renovación transversal de los gobernantes por ciudadanos que no respondan al clásico partidismo, sino, más bien, a los intereses supremos del desarrollo integral, equitativo y democrático de los chilenos.
[1] Psicólogo. Diplomado en Docencia Universitaria. Diplomado en Salud Familiar (U. de Chile). Magíster en Educación, Mención Políticas y Gestión Educativas. Doctor © en Ciencias Humanas, UACH.
Correspondencia a: eduardo.sandoval@correo.udc.es  
Acceda a Sur Actual: Columnas de Opinión
0

Columna de Revisión en FOCO SOCIAL – Comunicaciones, Niñez y Adolescencia
10 de Febrero 2016

Por Eduardo Sandoval Obando
En las últimas décadas, hemos estado expuestos a múltiples procesos de crisis y tensiones sociales, de carácter planetario (tales como: crisis económicas, conflictos armados, terrorismo; aumento de la pobreza y el desempleo; casos reiterados de colusión en la política y el mundo privado; aumento de la contaminación ambiental, etc.), los que impactan en el mundo escolar, y nos obligan a mirar, con mayor recelo y cuestionamientos, la cultura científica – economicista y el impacto del paradigma cartesiano sobre nuestra sociedad, considerando las enormes desigualdades sociales que nos rodean y fragmentan. 
Así, la modernidad y sus intentos infructuosos por mantener el statu quo, deben ser un foco de análisis profundo por parte de las ciencias sociales y de las humanidades, para indagar en los diversos influjos culturales que penetran en la vida escolar (prácticas pedagógicas y su impacto sobre la formación del sujeto, los aprendizajes y relaciones construidas entre el docente y el alumnado; la protección a la primera infancia; la importancia de la estimulación temprana, etc.), reafirmando la necesidad de construir y elaborar un pensamiento que integre la pluralidad y complejidad del aprendizaje, apto para captar la riqueza y diversidad de proyecciones imaginarias y creativas, para reconocer el juego de acciones y reacciones, de lo consolidado y de lo posible, para afrontar la creación de nuevas relaciones posibles, sin caer en los reduccionismos tecnocráticos que desconocen todo aquello que no sea cuantificable e ignoran las complejidades humanas. Tenemos que abandonar la falsa racionalidad, puesto que las necesidades humanas no son sólo económicas y técnicas, sino también afectivas y mitológicas (Morin, 1993).
Aunque parezca alarmista nuestra postura, creemos que las reformas escolares promulgadas el último tiempo, siguen olvidando y restando importancia a la primera infancia. ¿Será tal vez que no son una prioridad para los gobiernos de turno, puesto que no tienen un voto para entregar en las futuras elecciones? ¿qué medidas concretas han potenciado la educación preescolar (más allá de los discursos y promesas de campaña)? ¿Cuáles son los esfuerzos reales que Chile ha generado, para proteger y estimular el desarrollo integral de nuestros niños, niñas y jóvenes?.

Lo cierto es que somos testigos de la dura realidad que caracteriza al sistema escolar Chileno. Al respecto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (2015), señala que nuestro país, se ubica en el 9° lugar del ranking de desigualdad, lo que implica que aquellos estudiantes provenientes de contextos vulnerados, tiene 6 veces más probabilidades de tener bajo rendimiento escolar. En la misma línea, el alumnado más vulnerable, tiene 4 veces más probabilidades de no lograr el nivel básico entre pares de su misma edad, pero provenientes de estratos sociales más altos. El sombrío panorama al que se enfrentan nuestros niños, niñas y jóvenes provenientes de entornos deprivadores, se vuelve aún más desolador, cuando: estos no han podido asistir regularmente a la educación preescolar; presentan inasistencia escolar reiterada; existen antecedentes de repitencia esolar; desajustes conductuales reiterados (sin un abordaje integral de tales comportamientos); ausencia de redes de apoyo para el núcleo familiar, etc.
Finalmente, y a modo de reflexión, resulta interesante reflexionar en torno al desafío que Chile tiene para las próximas décadas, en el abordaje y protección de la primera infancia, considerando que son precisamente nuestros niños, niñas y jóvenes, los que conducirán el destino de nuestro país. ¿Cuál es el mensaje que queremos transmitir, en materia educativa? ¿Qué esfuerzos estamos desplegando, como ciudadanos y actores sociales, frente a las enormes desigualdades que caracterizan nuestra sociedad? ¿La Gratuidad en la educación superior, permitirá cambiar esta realidad?. Esperamos que la razón y la visión de futuro, nos permita actuar a tiempo, para hacernos cargo del principal recurso que tiene un país… Nuestros niños, niñas y jóvenes. 

* Eduardo Sandoval Obando es Psicólogo, Postítulo en Sexualidad y Afectividad de la U. de Chile; Diplomado en Modelo Salud Familiar de la U. de Chile; Magíster en Educación, Mención Políticas y Gestión Educativas; Doctor © en Ciencias Humanas, UACH. Correspondencia a: eduardo.sandoval@correo.udc.es 
Acceso al Sitio Web: Columna de Opinión
0

Columna de Revisión FOCO SOCIAL – Comunicaciones, Niñez y Adolescencia
14 de Enero 2016

Por Eduardo Sandoval Obando
Psicólogo

Los diversos episodios de colusión descubiertos en Chile han puesto en jaque y en controversia la eficacia de las instituciones responsables de juzgar y evitar la continuación de este tipo de delitos, tales como el Servicio Nacional del Consumidor (SERNAC), el Tribunal de Libre Competencia (TLC), la Fiscalía Nacional Económica (FNE) y la capacidad “fiscalizadora” de los políticos de turno.
El descontento de la gente en Chile aumenta notoriamente al ver que muchos de estos casos terminan compartiendo la impunidad y el actuar de un sistema jurídico laxo, o quizás preferencial, para quienes se ven involucrados en estos eventos (empresarios, ejecutivos, políticos y clase acomodada de Chile).
Para refrescar la memoria, es importante señalar que la colusión en Chile, al parecer, se ha instalado como una práctica habitual en algunas empresas para consolidar su crecimiento y obtener el máximo beneficio por parte de sus directivos. Al respecto, la oscura historia económica develada en nuestro país se inicia con el “Caso Farmacias” (12/2008), donde Cruz Verde, Salcobrand y Ahumada, aumentaron en un 48 % el precio de 222 medicamentos, durante 2007 y 2008, teniendo antecedentes de haber operado en forma similar en 1995; el “Caso Pollos” (2011), donde Ariztía, Agrosuper y Don Pollo organizaron su producción y se asignaron cuotas de mercado; “Caso Navieras” (2012), en que la Compañia Sudamericana de Valores (CSAV) y la Compañía Chilena de Navegación Interoceánica (CCNI) son investigados por los gobiernos de EE.UU y Canadá, al fijar concertadamente precios y tarifas en el transporte de vehículos; “Cartel del Papel Confort” (10/2015), en que CMPC Tissue y SCA son denunciados por la FNE, por la colusión de más de 10 años, en la fijación de precios y cuoteos de mercado en la venta del papel tissue; “Caso Supermercados” (01/2016) en que las empresas CENCOSUD, SMU y Walmart, son denunciados por la colusión en la fijación de precios y venta del pollo; “Caso Ginecologos” en que algunos especialistas de la salud, coordinaron la fijación de aranceles por consulta y el retiro del sistema de Isapres (aduciendo que no remuneran “adecuadamente” su trabajo).

La historia de la Colusión en Chile, posee una vasta trayectoria y una serie de negociaciones que quizás nunca sabremos por completo, puesto que la justicia ha logrado imponer superficialmente “penas compensatorias para los consumidores afectados” y medidas cautelares no privativas de libertad, para los ejecutivos involucrados, sembrando un clima de impunidad y frustración generalizada, por parte de la ciudadanía. Lo más dramático de esta situación es que al parecer, el modelo económico neoliberal facilitaría que las grandes empresas cometan concertadamente este tipo de delitos, puesto que las multas involucradas, son inverosímiles frente a las ganancias obtenidas. Más aún, ni siquiera hemos mencionado los casos de las AFPs (y el sistema previsional injusto existente en Chile), el “lucro en la educación”; los casos SQM, CAVAL y el de numerosos políticos ligados al mundo empresarial, que han favorecido desde el Congreso, las ganancias de estas organizaciones, a cambio del financiamiento irregular de sus campañas políticas, entre otros beneficios.
Pareciera ser que la impunidad (obtenida mediante la “autodenuncia” de las empresas) y la Justicia “parcial”, es un factor común en estas situaciones, demostrando la ineficacia de las instituciones, para frenar y judicializar ejemplarmente este tipo de conductas, anti éticas, vergonzosas y de enorme perjuicio para los consumidores en Chile. Sumado a lo anterior, observamos con impotencia la excesiva pasividad con que los poderes del Estado, han respondido y representado los derechos individuales y colectivos de los ciudadanos, en la construcción y mejora sustancial de la Ley de Protección al Consumidor; el término al alza de planes, en las Isapres; las regulación y mejoramiento del sistema de pensiones; las condiciones laborales de los trabajadores a honorarios, etc.
Finalmente, solo nos resta señalar que los ciudadanos no podemos estar ajenos a lo que ocurre en nuestro país y a los casos aquí planteados. Por delante y mediante el ejercicio de nuestros deberes ciudadanos, tenemos la posibilidad de discernir respecto a quienes queremos que nos representen en el Congreso / Presidencia; de censurar a las cadenas involucradas en casos de colusión (evitando el consumo de sus productos o prefiriendo los almacenes de barrio por ejemplo), para asociarnos, replantearnos y quizás transformar nuestra sociedad. Estas reflexiones plantean el dilema de ser ¿testigo o protagonista? Ud. decide.
0

Columna de Revisión en FOCO SOCIAL – Comunicaciones, Niñez y Adolescencia
04 de Enero 2016

Por Eduardo Sandoval Obando
El video presentado hace algunos días, por el Programa “Perros de la Calle” (2) (Chilevisión) en que se exponía, el contraste sociocultural o incluso ideológico, existente entre un grupo de jóvenes que rendían la Prueba de Selección Universitaria 2015, pertenecientes a las Comunas de Maipú y Vitacura respectivamente, develan una realidad que no sorprende y que explícita el desafío (aún pendiente) de las políticas educativas chilenas, por avanzar en equidad y calidad, para disminuir las desigualdades sociales existentes. 
Señalamos que este contraste no sorprende, puesto que Chile es un país lleno de dicotomías (no sólo por su clima, historia, demografía, política o cultura), sino que además, por las enormes desigualdades sociales producidas y perpetuadas en parte, por un modelo económico que sigue beneficiando a unos pocos (3), debilitando y tensionado el entramado social de miles de familias chilenas. En el campo educativo, esta realidad es aún más abismante, puesto que las ideologías que han orientado el diseño de las políticas educativas en Chile, han sido construidas sobre un aparato legal que fomenta deliberadamente una educación bancaria, en que el lucro, se invisibiliza, bajo la libertad de enseñanza y en donde el Estado, cede sus obligaciones al mundo privado; dejando en manos de los “usuarios o clientes” (o al menos, en aquellos que económicamente pueden hacerlo), el destino educativo de sus hijos/as. 
Creemos que la realidad es aún más sombría, puesto que esto se traduce, en que el poder adquisitivo, define y demarca las posibilidades de éxito a futuro de un sujeto (algo absolutamente banal, pero cierto); en desmedro, de aquellos niñ@s y jóvenes, que no cuentan con este capital, quedando relegados a la oferta disponible en el sistema municipal, en donde se despliegan múltiples esfuerzos pedagógicos, para generar procesos de aprendizaje relevantes en el alumnado, que aminoren o al menos, amortigüen las desigualdades sociales existentes en nuestra sociedad (transformándose dichas escuelas, en reservorios de la tensión y el malestar social acumulado por niños y jóvenes que ven un futuro desigual). Sólo por dar un ejemplo, observamos en Chile, una mayor segmentación social, el aumento de la desigualdad y distribución de los bienes y servicios, un estancamiento sostenido de las remuneraciones salariales durante los últimos 60 años, el auge de los voucher y la privatización de los derechos básicos (salud, deporte, educación, entre otros), instalándose el subsidio a la demanda, teniendo como resultado un aumento de los procesos de exclusión y marginación social de aquellos sectores más vulnerados (4), etc. 
Por consiguiente, creemos que las erráticas medidas adoptadas por el Estado para disminuir las brechas sociales que repercuten en el mundo educativo (la Ley SEP por ejemplo, donde muchas veces la supervisión de los entes fiscalizadores, se traducen en un obstáculo para muchos establecimientos educacionales, burocratizando y demorando muchas veces, la soluciones y necesidades sentidas por una comunidad), puesto que responden a una clara mantención del status quo imperante y no implican reformas estructurales concretas, participativas y pertinentes, que instalen el cambio y la transformación social. Prueba de ello, es que el sistema escolar se ha visto profundamente cuestionado en la posmodernidad, al resistirse a las transformaciones sociales que han surgido en esta época, reproduciendo anacrónicamente, los modelos ideológicos y socioeconómicos imperantes, profundizando las diferencias sociales en lugar de resolverlas, transformándose en un instrumento de poder al servicio de las clases dominantes (Bordieu y Passeron, 1977; Bowles y Gintis, 1985; Althusser, 1988). 
 
Así, no es casual que nuestra obsesiva comparación con los países de la OCDE (en materias educativas, económicas, sociales, etc.), sea sólo una señal más de la privatización global, sobre la que Chile (el “jaguar de América), se posiciona en América Latina, para producir cambios superficiales y convenientemente al sistema, evidenciando que dichas ideologías, han llegado a su máximo techo estructural y no generarán mayores cambios que los ya vistos. Por ende, y en vista a las condiciones político – económicas imperantes, será muy difícil avanzar en el mejoramiento de la calidad y la equidad de nuestra educación, sino transformamos o cuestionamos, los grandes pilares del sistema (libertad de enseñanza, financiamiento por subsidio a la demanda y modelo de gestión educativo centrado en resultados). La realidad mostrada por Chilevisión, nos moviliza a la reflexión sobre nuestro Chile (como país de contrastes), en que el crecimiento económico continúa perpetuando las desigualdades sociales, debilitando la clase media y las oportunidades de desarrollo de nuestros niñ@s y jóvenes (olvidando que nuestro verdadero desafío, reside en la primera infancia y en un sistema educativo que avance, verdaderamente en equidad y calidad). Al final, sentimos que el mercado escolar se transforma en un sistema bursátil donde se tranzan relaciones, redes, contactos u amistades, que favorecerán a quiénes tengan los medios para “asegurar” tal capital en sus generaciones futuras.
Finalmente, creemos necesario plantear con suma urgencia, la necesidad de implementar alternativas participativas, pertinentes y reales de transformación a nuestro sistema educativo, que apunten a la formación de seres humanos más integrales y a la generación de cohesión social, y no solo al fortalecimiento del mercado y negocio educativo. Es decir, soñamos con un espacio educativo que garantice el aprender a vivir en libertad, la curiosidad y la colaboración, la autonomía y la creatividad, entre sus miembros, bajo la premisa de que la diversidad de nuestros niñ@s y jóvenes, exige y requiere nuevas formas de ser y estar en la escuela (Fernández Enguita, 2007; Viñao, 2007). Es decir, de una comunidad democrática que siente las bases para la formación de una ciudadanía comprometida con los procesos de transformación social tan necesarios en nuestros días. Simplemente, una invitación a repensar la escuela de hoy, puesto que de ello dependerá la sociedad que queramos construir a futuro.

(1)  Reflexiones generadas a partir del trabajo de tesis realizado por el autor, como parte de su formación en el Doctorado en Ciencias Humanas, Universidad Austral de Chile. Trabajo que se encuentra vinculado a la estancia doctoral que realiza en la Facultade de Ciéncias da Educación, Universidade da Coruña, España. Actividades Financiadas por CONICYT – PCHA, Beca Doctorado Nacional. 

(2)  Para acceder al video del Programa “Perros de la Calle”, puede verlo desde: https://www.youtube.com/watch?v=nCVpKH_8sIY 

(3)  Las Redes de Directores de las Grandes Empresas Chilenas. Mayor información en: http://ciperchile.cl/2015/12/03/las-redes-de-directores-de-las-grandes-empresas-de-chile/ 

(4)  El último informe de la OCDE, afirma que en relación a las distancias entre los ingresos del 10% más rico de la población y el 10% más pobre, Chile ocupa el primer lugar del ranking con un coeficiente de Gini del orden de 0,50 (un coeficiente de 0 representa una perfecta igualdad de ingresos, mientras que un coeficiente de 1 denota perfecta desigualdad). Hemos consultado esta información desde: http://www.oecd.org/chile/OECD-SocietyAtaGlance2014-Highlights-Chile.pdf 

0

PREVIOUS POSTSPage 15 of 17NEXT POSTS