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Opinión en Medios de Prensa
29 de julio 2020
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En el marco de la estrategia de desconfinamiento impulsado por el Gobierno (se instalan un conjunto de desafíos para las personas y sus comunidades dentro de un contexto aún marcado por la incertidumbre, el miedo al contagio, los procesos de duelo y la pérdida, el impacto de la recesión económica y los diferentes estresores que han surgido a partir del teletrabajo y la educación a distancia.
No podemos olvidar que el COVID 19 aún sigue siendo una amenaza directa para las personas y sus comunidades, particularmente para los grupos de riesgo (personas mayores, personas con comorbilidades previas asociadas a enfermedades cardiacas, pulmonares, renales, hepáticas, etc.; mujeres embarazadas, migrantes, personas en situación de pobreza y/o discapacidad, etc.) por lo que las condiciones de vulnerabilidad sólo se pueden afrontar cumpliendo estrictamente con las medidas de higiene recomendadas desde la Organización Mundial de la Salud, tales como: lavado frecuente de manos, uso obligatorio y correcto de mascarilla, distanciamiento físico además de estar informado por fuentes oficiales de las medidas sanitarias exigidas en cada región de Chile (toque de queda en todo el territorio nacional, cuarentena obligatoria para quienes ingresan al país; prohibición de traslado a segunda vivienda, prohibición de eventos de más de 50 personas, entre otros).

El plan Paso a Paso es una estrategia perfectible y que potencialmente sufrirá modificaciones y readecuaciones de acuerdo a las recomendaciones de la Mesa Social COVID 19 y las orientaciones de la OMS, además de las observaciones que puedan aportar los municipios y expertos de la sociedad civil para velar por la implementación segura y responsable del desconfinamiento. En su globalidad, dicho plan comprende un proceso gradual y progresivo de aumento parcial de las libertades individuales de las personas, del funcionamiento del comercio y el reestablecimiento de la vida cotidiana mediante diferentes fases y plazos (desde la cuarentena, la transición en donde disminuye el grado de confinamiento, la preparación y alza de la cuarentena hasta una apertura inicial y avanzada respectivamente), etapas que en su conjunto dependerán de la situación epidemiológica presente en cada región. Es decir, el plan de desconfinamiento está sujeto a ciertos parametros epidemiológicos: a) baja constante al contagio (que la positividad al PCR sea menor al 10%. Actualmente, en Chile existe sobre un 20% de positividad por cada 1.000 habitantes. Además, debe existir una baja objetiva y sistemática de contagios durante al menos 21 días); b) Mejora de los mecanismos de trazabilidad (capacidad de detección de casos positivos en menos de 48 horas y un aislamiento efectivo de 14 días al 90% de los casos nuevos confirmados), y c) descongestión de la red de salud integrada del país (que la ocupación de camas críticas no supere el 80%. A nivel nacional, la saturación estimada del sistema gira alrededor de un 88%).

En vista de lo anterior, y a pesar de que las cifras epidemiológicas en el país puedan ser promisorias, es necesario reiterar en la población que no se pueden relajar las medidas sanitarias y de autocuidado. El riesgo del rebrote y un aumento de los contagios es una amenaza esperable, de acuerdo a lo reportado por otros países en el mundo. Por lo tanto, un plan de desconfinamiento seguro requiere responsabilidad, flexibilidad y autocuidado por parte de las personas y sus comunidades. En este sentido y a modo de conclusión, le recomendamos:

  • Mantengase informado de lo que ocurre en su comuna, a través de fuentes oficiales (MINSAL, Municipio, etc.). Evite los riesgos innecesarios.
  • Sea flexible, paciente y responsable frente a su comportamiento, particularmente si retoma algunas de sus funciones y roles (trabajo presencial por ejemplo).
  • Reconozca los aspectos positivos que ofrece este plan de desconfinamiento. No descuide las medidas de higiene y autocuidado. Cuidarse para cuidar a otros/as sigue siendo tarea de todos/as.
  • Construya expectativas realistas frente a la situación actual. No es un regreso a nuestra vida habitual, ya que aún el riesgo de contagiarse sigue siendo una amenaza para todos/as. Planteese objetivos al corto plazo y no se sobreexija.
  • Centrarse en el presente. Cultive pensamientos, comportamientos y relaciones positivas que le permitan afrontar activamente los desafíos / tareas más urgentes.
  • Autocuidado y rutinas saludables: equilibrio entre una buena alimentación e hidratación, procure el buen dormir, realice actividad física de baja intensidad; practique técnicas de relajación y/o respiración, etc.

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Araucanía Noticias

Opinión 
01 de junio 2020

El COVID19 se ha convertido en una amenaza a escala planetaria que ha impactado significativamente en las pautas de comportamiento y dinámicas relacionales de los individuos, provocando diversas consecuencias en el campo de la salud física y mental. Lo anterior, se encuentra fundamentado en diversos reportes internacionales en los que se evidencia un aumento (al corto, mediano y largo plazo) de los trastornos relacionados con el estrés, la ansiedad, la depresión y la alteración de los patrones de sueño y alimentación (Shigemura et al. 2020).

Sumado a lo anterior, y como una forma de reducir el número de contagios, se han implementado diferentes medidas en el marco del estado de excepción constitucional de catástrofe, tales como: toque de queda, cordones sanitarios, cuarentena obligatoria para mayores de 75 años, uso de mascarilla obligatoria, cierre de las fronteras, etc. No obstante, dichas medidas no han permitido contener la rápida propagación del virus, dificultando significativamente la trazabilidad de los nuevos casos y la respectiva vigilancia / control epidemiológica de los casos activos, alcanzando un total de más de 105.000 contagiados y el lamentablemente fallecimiento de más de 1100 personas desde la llegada del COVID19 a Chile.

Por lo tanto, y desde la psicología de la emergencia y la cultura de la prevención (Sandoval-Obando, 2019) nos parece importante enfatizar que las cuarentenas son una medida sanitaria indispensable para el control de la pandemia, siempre y cuando, la población las cumpla de manera responsable y sistemática, elevando las medidas de autocuidado y fortalecimiento del higiene. De lo contrario, su impacto sanitario se reduce significativamente. Es importante reiterar que dicha medida fomenta el distanciamiento físico, y no social entre las personas. En otras palabras, a pesar de que se ha hablado de aislamiento social y soledad como si fueran constructos similares, esta información podría inducir a un error de interpretación por parte de la población. Por ende, hay que aclarar que dichos términos son diferentes:

a) El aislamiento social: se desprende de la calidad, cantidad y disponibilidad de las relaciones sociales que una persona posee en su entorno próximo.

b) Soledad: se refiere a la percepción subjetiva de un individuo respecto a la ausencia de redes sociales y de apoyo potencialmente necesarias o indispensables para su vida cotidiana.

Por consiguiente, una persona puede experimentar la soledad y el distanciamiento físico, pero no estar aislado socialmente, y viceversa. Así, la pandemia ha puesto en evidencia que el aislamiento social y la soledad pueden afectar a todos los individuos, aún cuando existe una población de riesgo conformada por niños/as, jóvenes y adultos situados en contextos vulnerados, personas que viven solos/as; viudos/as o separados/as; personas mayores e individuos con co-morbilidades previas.

Finalmente, es importante reforzar el distanciamiento físico y potenciar las redes virtuales de apoyo social en la población. Mantenernos unidos/as a pesar de la distancia se transforma en un factor protector para nuestra salud mental en contexto de pandemia. Ejemplos de estas iniciativas han incluido el desarrollo de grupos de apoyo a través de plataformas en línea como Facebook, Twitter, Skype, Zoom o WhatsApp, la autogestión comunitaria para la gestión y priorización de necesidades; primera ayuda psicológica e intervención psicológica vía remota, monitoreo y vigilancia de pacientes crónicos a través de la telemedicina, etc.

Las intervenciones descritas podrían facilitar la interacción y la asistencia telefónica para la entrega de artículos esenciales y orientación / apoyo a los grupos más vulnerables, destacando su relevancia para la construcción sistemática de redes de apoyo social durante la pandemia. Sin duda, aún existen brechas digitales evidentes en nuestra población y grupos de riesgo, pero se transforma en un desafío país el que podamos reducirlas o en su defecto, ponerlas al servicio y disposición de quién más lo necesita.

Para citar: 
Sandoval-Obando, E. (2020, Junio 01). El distanciamiento es Físico, No Social. Araucanía Noticias. Recuperado de https://araucanianoticias.cl/2020/el-distanciamiento-es-fsico-y-no-social/0601181504
DOI: 10.13140/RG.2.2.31481.08803


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[1] Psicólogo; Magíster en Educación, Políticas y Gestión Educativas; Doctor en Ciencias Humanas; Postdoctorado© en Desarrollo Evolutivo (Facultad de Psicología, Universidad de Valencia, España). Investigador Responsable del FONDECYT de Iniciación Nº 11190028. Académico adscrito Escuela de Psicología e Investigador asociado al Instituto de Estudios Sociales y Humanísticos (IdeSH), Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades – Universidad Autónoma de Chile (Chile). Correspondencia a: Eduardo.sandoval@uautonoma.cl

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