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Ley de Responsabilidad Penal Adolescente: Reflexiones y Desafíos para Repensar la Escuela

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Ley de Responsabilidad Penal Adolescente: Reflexiones y Desafíos para repensar la Escuela de Hoy


Eduardo Sandoval Obando[1]
Psicólogo
Correspondencia a: eduardo.sandoval@correo.udc.es

Hace tiempo se viene instalando la discusión en los medios de comunicación, sobre la eficacia o no, de la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente en Chile, la necesidad de “aumentar las sanciones” o incluso que se rebaje la edad de imputabilidad de los delitos cometidos por niños y adolescentes.
Pero, ¿Qué es lo que hace que un joven delinca? ¿Quiénes son los que delinquen?
Frente a esta interrogante, coexisten múltiples razones: el delito como un acto de rebeldía contra el sistema imperante, un medio para la relación con pares, un mecanismo de supervivencia en contextos vulnerados, una estrategia de validación social o incluso, la consecuencia de nuestra actual forma de relacionarnos en un país cada vez más polarizado e individualista, etc.
Adaptarse a la escuela, se transforma en un foco de permanente tensión y conflicto para jóvenes infractores de ley, y a su vez, la escuela no logra reconocer las características y necesidades educativas que estos exhiben, precipitándolos de alguna forma, a la deserción escolar (Sandoval, 2014), la cual “mientras más precoz, genera más posibilidades de que el adolescente presente conductas delictuales” (Gottfredson, Sealock y Koper, 1996; Fernández, 2003: 5), aunque tampoco opera como un fenómeno de causa y efecto. Lo que sí se observa, es una contradicción entre el joven (experiencias previas, intereses, historias de vida) y la escuela, sumado al conflicto que generan las normas instauradas por el sistema escolar, los que actuarían como uno de los mecanismos responsables de la adquisición por parte del niño de sus primeras experiencias de mal comportamiento y de “desafección normativa con el sistema escolar formal” (Tsukame, 2010: 3).
Más aún, no podemos desconocer que las escuelas, son instituciones generadoras de malestar, por lo que pensarlas sin conflictos es ilusorio, los estudiantes y docentes van con ideales, ilusiones e intereses que muchas veces son incompatibles (Mclaren, 1990) con la hegemonía curricular imperante.
Hemos observado que la escuela de manera implícita o explícita, ignora las experiencias previas de estos jóvenes, desconociendo la facilidad  con que éstos aprenden en otros espacios (Sandoval, 2012), desplegando aprendizajes  complejos, como por ejemplo: liderazgo y autonomía para tomar decisiones, adquisición de un pensamiento pragmático (para enfrentar el día a día, en un medio hostil), resiliencia y tolerancia a la frustración, desarrollo del arte callejero, despliegue de la creatividad, etc. Ciertamente, nuestro desafío será repensar la escuela de hoy, para atender a la diversidad y complejidad de estos niños y adolescentes, que nos posibilite la construcción de una sociedad democrática y justa.















[1]    Reflexiones generadas apartir del trabajo de tesis realizado por el autor, como parte de su formación en el Doctorado en Ciencias Humanas, Universidad Austral de Chile. Trabajo que se encuentra vinculado a la estancia doctoral que realiza en la Facultade de Ciéncias da Educación, Universidade da Coruña, España. Actividades Financiadas por el Programa Capital Humano Avanzado, CONICYT.